Nuestras vidas fáciles y sencillas, llenas de preocupaciones estúpidas se vinieron abajo hace una semana. Es increíble lo lejano que parece todo y lo reducido que quedan los demás problemas al lado de todo esto que estamos viviendo.
Algunas noches durante estos días me he tumbado en la cama sin poder dormir y he pensado en lo irreal que parece todo, en las mascarillas, en no poder salir de casa, en los equipos de limpieza desinfectando cada rincón… pero aún me parecía más irreal lo lejos que había quedado mi rutina de antes de todo esto. Parece súper lejano eso de ir a la universidad, cenar después de clase con mis amigas, salir a dar un paseo con los perros por más de cinco minutos o pasar los sábados conduciendo e improvisando el sitio en el que acabar pasando la tarde.
Era en esos momentos que me paraba a pensar. Vivimos en un estrés constante, corriendo tan deprisa que muchas veces nos olvidamos de llegar a ninguna parte, sin tiempo para nada, ni para nadie, solo pensando en entregar proyectos, hacer exámenes, coger el bus, ganar dinero, no llegar tarde… ¿Dónde queda todo eso ahora?
Ahora que estoy sola, tirada en la cama a las dos de la mañana y sabiendo que mañana todo seguirá igual, me paro a pensar en esto y te aseguro que daría lo que fuera por poder salir a pasear con los perros durante más de cinco minutos, y eso que antes era algo odioso, algo que te quitaba tiempo de estudiar. Daría lo que fuera por poder salir a escribir a algún parque con una libreta debajo del brazo y los auriculares, por poder conducir lejos y acabar por no llegar a ninguna parte, por poder ver a mis amigos a pesar que ya la rutina nos dejaba sin ideas, por poder estar en clase sentada, aunque a veces no interesara nada de lo que decían. Poder ver a mis abuelos, tíos y abrazarlos a todos, porque ya una llamada no es suficiente. Un beso, un abrazo, el aire en la cara… como cambian las prioridades ¿verdad?
De no mirar a los vecinos a morirnos por salir a dar unos aplausos, por eso de hablar con alguien, de no parar por casa o contar las cosas, a pasar el tiempo riendo y viendo pelis malas,.
Estamos pasando cosas difíciles, a pesar de que algunos no se lo tomen en serio y crean que no es nada, estamos viendo cosas que nos marcaran para siempre y algunos están perdiendo gente. Pero estamos aprendiendo. La próxima vez que creas que no tienes tiempo y tengas que elegir entre si seguir con las obligaciones o ir a ver a tus abuelos, ve a verlos, no importa que al día siguiente tengas que madrugar un poco más. Cuando te enfades y grites perdona con millones de besos, bueno, da millones de ellos cada día, aprende que las prioridades, cuando las cosas se ponen serias dejan de ser las que eran, y esto que estamos sintiendo, deberíamos recordarlo siempre.
Estamos viendo el lado cruel y horrible de esto, pero nos quedará el lado humano, los arcoiris en los balcones, al gente haciendo mascarillas, los mensajes en el ascensor para ayudar a los mayores en la compra, los aplausos ensordecedores, los juegos a través de los muros de las casas, desempolvar las fotos viejas y reír un rato para llorar al segundo siguiente, las vídeollamadas en pijama, los mensajes de animo, la gente que sigue trabajando a pesar del miedo…
Puede que quede lo peor, pero puestos a quedarse con algo, yo me quedo con que ya queda un día menos para que podamos salir y abrazarnos con tanta fuerza, que esto parecerá una simple pesadilla, un mero cuento fantástico, para dormir a algún que otro monstruo.