Ya hace un mes que Eterno Febrero vio la luz y he pensado que despedir el año compartiendo la experiencia de los primeros pasos de un libro con los lectores podía ser una buena forma de ir cerrando 2020. Así que aquí estoy, queridos lectores, con la ilusión a flor de piel viendo como mi libro está dando poco a poco sus primeros pasos.
Recuerdo con especial cariño el día que el libro llegó a mis manos. Había trabajo con Exlibric durante meses en darle forma. Primero “las tripas” (el interior del libro), luego el diseño de la portada, las correcciones, los cambios de última hora… todo hasta conseguir la armonía, hasta convertir una idea en mente durante años en un boceto y un boceto en un archivo pdf. de lo que iba a ser, por fin, el libro de mis sueños. Desde entonces, lo había visualizado de mil formas diferentes en mi cabeza mientras esperaba el gran momento. Y llegó, porque todo llega aunque parezca que nunca va a llegar. El porterillo, mi perro ladrando, y una caja, cargada de libros, impregnada de sueños. Y ahí estaba, blanco inmaculado esperando a ser devorado por algún lector. Para convertirme en lectora de mi propio libro. Creo que esa es una de las mayores satisfacciones de un escritor, leer su propio libro, ser consciente de que lo que deambulaba por su cabeza es ya una realidad. Eterno febrero llegaba a mis manos un día cualquiera del último mes de un año muy malo para muchos y no muy bueno para mí. Pensé entonces que siempre se cuela algún rayo de luz en la tormenta. A partir de ahí, todo fueron experiencias, experiencias que me han devuelto la ilusión en un año en el que había perdido muchas ilusiones.
Ese mismo día en que el libro llegó a mis manos viví otro momento mágico. Fue como volver atrás en el tiempo, a los años de universidad en los que la mochila iba cargada de los sueños que luego se van cayendo por el camino. Esta vez mi mochila iba con los primeros libros camino de una librería. Decidí llegar paseando, para saborear mejor el momento. Y calle abajo, con el mar a un lado y la montaña a otro, sentí como era eso de que un sueño se hiciese realidad. Como niña con zapatos nuevos cruzaba Benalmádena camino de una librería que había aceptado que mis libros acompañasen a los miles de libros que esperaban llegar a las manos de algún lector. Cuando se los di al librero fui consciente de que aquello era verdad, mi primer libro estaba dando sus primeros pasos.
Luego vinieron los primeros lectores, la exposición a ese mundo online sin el que hoy no eres nadie, los nervios de presentárselo al mundo, el primer reportaje, la primera entrevista…. y así, hasta cumplir el primer mes. Detenerme en cada uno de los momentos que Eterno febrero me ha hecho vivir en este primer mes de existencia sería imposible (y demasiado pesado para ti, que me estás leyendo) pero podría resumirlos todos diciendo que mi libro me ha devuelto la ilusión perdida, las ganas de seguir escribiendo, de hacer cosas; y ya, sólo por eso, ha merecido la pena intentarlo. Todo lo que venga después, que espero y deseo que sea mucho más, será bienvenido.
Y para cerrar esta pequeña aventura que he decidido compartir hoy con mis lectores, a continuación podréis leer uno de los poemas que aparecen en el libro. Espero que os guste y que os invite a seguir leyendo más. Porque un escritor no es nada sin sus lectores, porque sois vosotros los que hacéis grande (o pequeño) a un libro. Y Eterno febrero es sólo un bebé que necesita muchos mimos y caricias. Yo solo puedo daros las gracias por el cariño que, hasta el momento, le estáis mostrando 🙂
En ese preciso instante
Cuando el sol se levanta en tu escollera
y la luna se tumba en el horizonte,
cuando tu faro se duerme
y el mar pronuncia tu nombre,
cuando la luz te envuelve
como una amante celosa
que teme perderte un día
y entonces volverse loca,
cuando el levante despierta
de su siesta en la Caleta
y entonces lucha el poniente
por quitarle las veletas,
cuando embriagas pensamientos
y emborrachas a poetas
y encelas hasta a las olas
porque te toca la arena,
en ese preciso instante
moriría mi corazón
por morirse un día a tu vera.