Esta obra no es ni más ni menos que un reflejo de la vida misma. Porque en la vida se trata de vivir y no de sobrevivir. De pasar y dejar huella. De sumar buenos momentos y aprender de los que no lo son. De levantarse y siempre seguir adelante. De ser buena persona. De ver el mundo y conocer gente. De fotografiar todo con nuestros ojos y guardarlo en el disco duro de nuestra memoria. De amar y ser amados. De tener proyectos y arriesgarse. De jugársela. De intentar mil veces si es necesario. Y todo ello siempre, como dice Eladia Blázquez, «con las alas del alma desplegadas al viento»
…Pero a veces, solo a veces, cuando siento que las responsabilidades pesan, cuando advierto que solo dos manos no me alcanzan y que las horas de un día son pocas…
… Es ahí cuando me meto en mi interior, abrazo a mi niña, la consuelo y le digo que todo va a estar bien, que la vida es aquí y ahora, que lo hicimos siempre lo mejor que pudimos y que no importa si hubiéramos o no hubiéramos hecho o dicho tal cosa, porque todo ocurrió como y cuando debía ocurrir. Sin reproches. Entonces ella me sonríe, me da la mano y juntas seguimos el camino…