Por fin el día había llegado. Los nervios a flor de piel un cuarto de hora antes de las siete. Los amigos van entrando, y también quienes nada tienen que ver con el evento. Las luces se hacen más tenues y el micro se enciende. Las voces se callan, se levanta el telón.
César fue nuestro maestro de ceremonia. La Qarmita nos recibió con los brazos abiertos, prestándonos un espacio acogedor y cómplice. El resto lo hicisteis vosotros, los que estabais allí citados, los que fuisteis invitados inesperados, aquellos que os sentabais junto a nosotros en espíritu.
Fue como una charla entre amigos. No esperábamos tantas preguntas, no esperábamos tanto interés y empatía. Nos sentimos arropados, escuchados, cómodos, como si nuestro libro ya fuera parte de la vida de todos.
Gracias a Exlibric, a César y a todos nuestros lectores.