Me embarga de nuevo la emoción; me acaban de entregar la caja con los ejemplares de mi nuevo poemario en casa y el cuerpo reacciona igual( alegría incontenida, sudoración, pálpito…) como cuando la comadrona te entrega uno de tus hijos al nacer.
Ha pasado menos de un año, cuando el 3 de diciembre del 2021, nacía y presentábamos Libélulas ( fue también niña y pesó 150 gramos al nacer). ¡Y pensar que todo se remonta a los primeros días de confinamiento, por las razones sanitarias que todos conocemos…!
Pienso y medito. De no haberme encontrado confinado, atrapado y enjaulado, alejado del abrazo de mis hijos y de mis seres queridos, golpeado por los miedos de cualquier ciudadano que unos días atrás vivía libre, creo, estoy convencido que no habría pintado un solo cuadro, ni escrito un solo verso…
La terapia que me ofrecían los colores en una lámina, tener la cabeza ocupada el mayor tiempo posible me salvó, si no del suicidio físico, sí del derrumbe emocional y del colapso.
Mis hijos se iban a quedar (no sabíamos el tiempo aun…) de forma indefinida con su madre y la única tabla de salvación que me sujetó a flote, a salvo de hundirme en aguas, profundas, tenebrosas, ignotas, fue la poesía, el diseño en colores para camisetas, mis queridos primeros lienzos…
Eso y la gran y única compañía que afortunadamente (al contrario de muchos seres humanos que quedaron en la más completa soledad y sucumbieron…) mi mujer Lulita, con su amor infinito y apoyo incondicional y mi ahijado Marcos con su cariño, me proveyeron del coraje de seguir peleando y confiando que todo terminaría algún día…
Ya decía ese autor francés, Camus creo que era…»Hoy en día se necesita más coraje para vivir que para quitarse la vida».
¡Como no voy a estarles agradecidos de por vida a todos ellos!
Entenderá el lector cuando se tropiece con algunos versos, en algunos poemas, que un ser muy especial para mí, mi amada hija Claudia, aún vive sin reconciliarse con su papa vero, como le gustaba llamarme, (papa vero es en italiano papá verdadero y de los 2 nuestra flor favorita: la amapola, que en italiano de llama papavero )
Mantendremos desde hoy el suspense, para que los lectores descubran entre otras cosas, como evoluciona el mundo en general, y mi mundo particular, el de mis emociones más profundas, el de mis sentimientos más arraigados, en la entrega de mis próximos poemarios… ¡Con poesía coseré mis heridas!
Ya en Libélulas, se puede entrever tímidamente como mi hija Claudia no se habla ya con su padre, en esta entrega última de A veces beso las hojas, el querido lector descubrirá como nos hemos alejado los dos de forma tan callada, sin grandes aspavientos, sin grandes pataletas, sin grandes dramas… Como dos barcos que empiezan besándose en la mar, pero agitados por vientos innobles, se van irremediablemente separando, sin rumbo, desnortados, cosidos por la salitre, desnudos en su deriva…
Querido amante de la poesía. ¡Seguimos ya todos juntos en esta aventura!
De este caminante, poeta, navegante que les desea a ustedes la mejor de las vidas, si no la tienen completa acuérdense de este poeta y de su salvavidas; ¡esta eterna y noble arte que se llama poesía!