Enérgica, altiva, de cutis moreno pero pálida, delgada, alta, de cabellos oscuros y rizados, ojos pardos tendiendo a negros, muy abiertos, y hermosa. Así se describe a Julia Espín Pérez Colbrand, la mujer a la que los expertos señalan como musa de Bécquer, la musa de las Rimas, la mujer a la que el poeta sevillano idealizó, en la que creyó ver el amor, pero que rechazó en todo momento al autor romántico.
Transcurría el otoño de 1858 cuando el poeta paseaba por Madrid por recomendación médica, aún convaleciente de una grave enfermedad, tuberculosis. En un momento de aquellos paseos, acompañado por su amigo Julio Nombela, Gustavo Adolfo Bécquer vio a Julia Espín asomada a un balcón junto a su hermano Josefina. Prendía ahí la chispa con la que se gestaría una de las obras cumbre de la poesía española.
En aquella época, Bécquer aún intentaba abrirse camino en los ambientes literarios madrileños y colaboraba con alguna publicación, mientras que la familia de Julia pertenecía a los más importantes ambientes musicales de Madrid, ya que su padre; Joaquín Espín, era director de los coros del Teatro Real, y su madre, Josefina Pérez, era sobrina de la cantante Isabella Colbrand.
Las miras de Julia eran más altas que las que podía ofrecerle un poeta de vida bohemia. Pese a ello llegaría el acercamiento a la musa de Bécquer.
El acercamiento de Bécquer a Julia Espín
Pese a pertenecer a universos distintos, un amigo de Bécquer le posibilitó que participará en tertulias en el salón de los Espín, de las más frecuentadas de la época. El escritor obsequió a Julia Espín con dos álbumes que contenían algunos dibujos y algunos poemas dedicados a ella, los cuales están en la actualidad en la Biblioteca Nacional.
Sin embargo, la que era musa de Bécquer terminó mirando hacia otro lado. Llegó a ser cantante de ópera actuando en lugares emblemáticos como La Scala de Milán o escenarios de Francia y Rusia, aunque terminaría perdiendo la voz. Se casó con el político del Partido Liberal, Benigno Quiroga, que sería diputado, secretario del Congreso y ministro.
Hay diversidad de criterios en cuanto a si Bécquer y Julia llegaron a tener algún tipo de relación. Algunos investigadores opinan que aquello solo fue un amor platónico idealizado por el poeta o que incluso a quien pretendía era a alguna de las hermanas de Julia. Aunque más tarde, una sobrina de Bécquer apadrinada por él, recibió el nombre de Julia, en principio por recuerdo del poeta a su musa.
Numerosos artículos y ensayos definen a Julia Espín como la musa de Bécquer, la mujer ideal del escritor, aunque otras pasaron por la vida del poeta, aunque la mayoría advierte que ninguna como Julia, ni siquiera Casta Esteban, la mujer que terminó convertida en su esposa y con la que tuvo tres hijos, aunque suyos solos lo fueron los dos primeros.
También hay que destacar que una de sus rimas atribuidas aparecía dedicada “A Elisa”, aunque según Rafael Montesinos, uno de los investigadores de la vida y obra del poeta, afirmó que esa rima nunca fue escrita por Bécquer, sino por su descubridor, Fernando Iglesias, que la escribió para su novia Elisa Pérez.
Como se puede ver en las efemérides literarias, Gustavo Adolfo Bécquer nació el 17 de febrero de 1836 , mientras que Julia Espín era dos años más pequeña y murió en 1906. El tiempo ha pasado, pero no el recuerdo de una historia de enamoramiento plasmada en un libro de poemas que aún hoy está de plena actualidad.
Las Rimas de Bécquer fue un libro estuvo a punto de no ver la luz, ya que las poesías iban a ser publicadas por Luís González Bravo, que cuando tenía su manuscrito en casa, ésta fue saqueada desapareciendo el original y obligando al poeta a reescribir los versos de memoria. Sin embargo, el recuerdo de Julia seguía tan presente que los poemas volvieron a salir y se consiguió publicar un libro que es mucho más que un libro de poesía.
Para ampliar sobre Bécquer y Julia Espín
https://www.elprogreso.es/articulo/noticias/la-vida-sarriana-de-la-musa-de-becquer/20120219135600251042.html
https://elpais.com/diario/1977/09/28/cultura/244249202_850215.html