La primavera trajo el impulso incontrolable por comerse la vida; el verano se hizo con el calor del corazón pulsionante; en el otoño se cayeron nuestras hojas como un ángel que pierde las alas; pero, en invierno, uno recuerda que sigue vivo y el tiempo ya no pasa tan rápido, se saborea, se aprovecha, se siente más pleno que cuando la locura imperfecta de la primavera… que mucho sentir, pero no sabías hacia dónde. Esta debe ser la auténtica evolución del ser humano, y adoro haber llegado a esta edad en la que puedo verlo y donde comprendo, también, que el amor puede existir sin necesidad de que sea mutuo, simplemente porque el amor es libre, la emoción es una y palpita bajo la piel, en el interior del corazón, sin permiso. El amor es la emoción más bonita que existe porque está muy cerca de la libertad.
(«Hacia el Invierno», fragmentos ocultos)