Cada cosa que hago y, sobre todo, cada cosa que escribo trato de que tenga un significado. La vida no está para pasar de puntillas, está para sentirla. Por diversas circunstancias, no pude presentar mi primer libro de la forma más tradicional, pero sí se dio esta oportunidad con el segundo… ¡qué mejor lugar que la tierra donde nací!
El equipo directivo de la Asociación de Vecinos de San Miguel de Oia apuestan, entre sus múltiples actividades, por la cultura, organizar la presentación de un libro está dentro de ello y facilitaron el camino desde el momento en que lo propuse. No puedo sentirme más agradecida. Coincidía el evento con la actuación, una hora más tarde, de su banda de música, que ese día celebraba el 91 aniversario de su fundación. Música y literatura, no se podía pedir más. Ellos estarían en el auditorio, habilitado para unas cuatrocientas personas; yo, en la sala El Hexágono, justo en la otra punta del edificio, más recogida y con cabida para unas treinta personas. Las expectativas se desbordaron.
Y se desbordaron tanto que el corazón se me salía del pecho… ¿ya he dicho «gracias»?.. Pasé de la seguridad de tener claro sobre lo que iba a hablar, pues los personajes de «Hacia el invierno» me acompañan desde hace dos años a sentir que la boca se me secaba y las palabras se agolpaban desordenadas en la cabeza cuando Gelu (el presidente de la AA.VV.) dio comienzo a la presentación. Me vi rodeada de gente bonita, muy bonita, y con un corazón grande que supieron guardar paciencia mientras el corazón volvía a su sitio y los pensamientos se centraban.
Los personajes de «Hacia el invierno» no tienen nombre, apenas descripción, hablan entre ellos con una confianza tal que no necesitan presentarse. Este recurso literario fue buscado a propósito para desnudar completamente sus almas, pero, como decía al principio, siempre busco un significado en cada cosa que escribo. Hay partes de la historia, del vínculo que los une que están basados en hechos reales y compartí, como si fuera un secreto a voces, algunas de estas pequeñas biografías cuyos protagonistas enseñaron, sin pretenderlo, cómo manifestaban el amor en sus vidas. Quería hacer cómplices a los lectores e invitarlos a buscar las pinceladas de aquellas personas anónimas que están detrás de los movimientos de los protagonistas del libro.
También quise rendir homenaje a tres de los profesores que fueron importantes en mi vida porque aprendí mucho con ellos y por su capacidad de mostrar con hechos más que con palabras, un modelo de camino a seguir me parecían lo suficientemente relevante como para dejar claro todas las formas de amor que existen: pareja, amigos, familia… y los profesores cuando su labor es vocacional. Uno de ellos estaba en la sala y aguantar las lágrimas se hizo complicado.
Y hubo un regalo, un pedacito de los Fragmentos Ocultos, sobre todo para aquellos que no me seguían por redes sociales, además de la propuesta de hacerlos partícipes. Pero, eso, ssshhhh, es un trato entre los que han venido a la presentación y esta que escribe. Si se animan a venir a la próxima, sabrán de qué trata…
Junto a ello, las ideas principales de la historia: la sabiduría y la sensatez que da el paso del tiempo, la admiración por esas personas mayores que, en la distancia de los años, han sabido aprender de su propia biografía; la oportunidad de vivir mientras uno esté vivo, de ilusionarse, sentir, amar…; cómo creamos los miedos y los alimentamos en ese sobrepensar que nos aleja de la realidad presente.
Fue intenso y bello, no puedo dejar de decir «gracias», y seguimos trabajando.