Este poema está dedicado al escritor Terenci Moix, lo escribí la noche de su muerte. Lleva el mismo título que una de sus novelas.
Que acunaste mi cuerpo dormido
y besaste mis ojos cansados
colmándome de sueños color arena.
Que besaste mis labios ocultos
y me hiciste volar
al éter de los dioses.
Que bailamos fundidos
en la claridad marrón del dormitorio,
baladas acariciantes como la piel de tus manos.
Que el contacto de una silla a cuadros
y la cómplice mirada de una gata
me arrastraron hasta el fondo del delirio.
Que la pared del ascensor, subiendo
martirizó mi espalda
mientras tus labios ahogaban mis suspiros.
Que desde la distancia de tu voz,
al borde del almíbar,
por no poder amar, lloré desesperada.
Que los coches, a veces,
guardan secretos tan intensos
como perfumes vivos en la piel.
No digas que fue un sueño.
2 comentarios
¡Qué bello poema!
¡qué gran poema de amor! No puedo añadir nada más.