«Mejor trae al dragón, mamá nos delatará. Los demás no podrán hacerlo: el troll está cazando y los gnomos no alcanzarán; a las hadas se les derretirán las alas al acercarse; la bruja está ciega y podría quemarnos; el ogro tiene las manos grandes para las cerillas y está ocupado; él traerá el festín para la celebración de esta noche», susurró el niño, oculto por las sábanas.
«¿Lo has encontrado?», volvió a preguntar, pasado un rato. «¿Al dragón?», se respondió él mismo. «¡Claro!, está consolando a mamá, querrá encenderla ella», contestó en otro tono. «¡De acuerdo!, tráela», concluyó cuando ya le dio un poco de miedo la oscuridad.
Llamó a su madre y ella acudió enseguida, para encenderle la linterna. Él siguió, hablando con sus juguetes hasta que cayó rendido.