Los Conquistadores es una urbanización clasemediera donde conviven descendientes de familias europeas (que alguna vez migraron a Perú en pos de los mitos áuricos que trajo consigo la Conquista) y los cholos con plata. Esta convivencia, por supuesto, está condicionada por las tradiciones y los complejos surgidos del shock cultural. No obstante, la llegada de los Almagro trastorna el precario equilibrio del barrio. Stefano, estudiante de primer año de la escuela de cine, se resiste a creer en la imagen de familia feliz de los Almagro y busca la ocasión de grabar alguna escena comprometedora con su videocámara. Después de una broma al patriarca de la familia, se le ocurre la excéntrica idea de crear un movimiento cinematográfico basado en la espontaneidad de la acción o en algo que él llama el conflicto trascendental. Para este fin, recluta a Baldomero. Pero Baldomero es la otra cara de Jano, pues sus principios estéticos tienen un marcado tinte metafísico.
Tras superar las diferencias creativas, la realización del cortometraje sufre el contratiempo del noviazgo de Stefano y Celeste, la aparentemente inocente heredera de la dinastía Almagro, una suerte de ironía. Durante esta pausa involuntaria, Stefano y Baldomero van descubriendo poco a poco quienes son en realidad los Almagro: la corrupción del papá, la ninfomanía de la mamá, la psicopatía de la hija y la imbecilidad del hijo. Para Baldomero, el corto es la oportunidad perfecta para expresar en imágenes la paradoja de la existencia y cree que la única circunstancia que puede causar ese efecto, dentro de los parámetros del Stigma 97 (movimiento creado por Stefano), es el romance clandestino que sostiene la señora Almagro con Clorito, un drogadicto con pocas neuronas restantes, pero con un sex-appeal mediterráneo que lo hace acreedor del favor del sexo opuesto.