No toda semilla germina. No toda flor se transforma en fruto. La vida surge en un instante y la muerte también. Vida y muerte son dos caras de una misma moneda y están enmarcadas dentro del lapso de la existencia.
Cada transitar entre el nacer y el morir es una bendición única y toca a cada uno escribir su historia, en el libro de la vida. No puede ser caprichoso ni ha de ser en vano tanto derroche de grandeza del Creador. Cada vida es un don y tiene un propósito.
Sumergidos en una danza de aromas, miradas y una indescriptible atracción química; se funden dos cuerpos hasta el embeleso. Aquella poderosa energía sigue su rumbo y su misión, en un fluir de cientos de millones de células ávidas de ser parte de una nueva vida; mientras una dulce doncella está lista para seleccionar al elegido entre los cientos de clasificados que logran llegar a la antesala. Un mundo sorprendente funcionando en perfecta armonía permite que la concepción concluya en el cortejo de la creación. Se integran dos células básicas, provistas de la información necesaria para el surgimiento de un nuevo ser. No hay palabras que puedan expresar tan magnífico evento, se ha cumplido el hito de la concepción.
Nueve meses después, la madre puja por dolores de parto y el padre la acompaña en ese trance. Una niña emerge de las entrañas de su progenitora, envuelta en una viscosa sustancia y atada al cordón umbilical. El médico partero rompe aquel vínculo y la neonata llora estrenando sus pulmones y expresando su primer manifiesto de libertad. Con el hito del nacimiento se inicia un nuevo libro, muchas páginas en blanco están listas para ser escritas por esta prometedora criatura.
Transcurre el capítulo de la vida. Las circunstancias son inescrutables y llena de múltiples opciones para abordarlas. Las experiencias de otras personas sólo sirven de referencias. El caminante no la tiene fácil, debe descubrir y decidir lo más conveniente. Los fundamentos de la vida están escritos de sublimes maneras, en el ADN y en los secretos del entorno; en ellos se ocultan las maravillas de la creación. Cuerpo, mente y espíritu son nuestros baluartes, estamos dotados para triunfar. Y triunfar es descubrir el amor. Y vivir es haber amado.
Acontecidos unos años, en un hospital una vida se apaga. Una joven acompaña a su agónico padre en su partida. Él le había comentado que estuvo presente en su nacimiento. Cosas de la vida, le tocó despedir a quien le dio la bienvenida al mundo. Ya no hay una parturienta pujando por la vida, ahora se trata de unos pulmones que se preparan para su último aliento y para romper con el hilo que ata a la vida. El recorrido está por terminar y se escriben las últimas líneas del libro de la vida. Es el tiempo del adiós, de la soledad y de la absoluta serenidad. Es el último hito del ciclo de la vida. La tarea ha concluido, solo quedan los recuerdos: el indeleble del Creador y el efímero de los otros caminantes.
“Por sobre todas las cosas cuida tu corazón,
porque de él mana la vida” – Proverbios 4:23.
Relato tomado de mi libro #Despertares
Cosme G. Rojas Díaz
@cosmerojas3