El autor de este relato pretende hacer una comparación entre el Camino de Santiago y el propio camino de la vida, por lo que mezcla realidad con algo de ficción, ya que en el transcurso de un camino a Santiago hay mucho tiempo para analizarse personalmente e incluso cambiar muchos de los hábitos que arrastramos desde nuestra infancia. A medida que avanzamos en nuestro caminar, podemos repasar nuestros ámbitos familiares, laborales, conyugales, de amistades, etc., y regresar con muchos cambios en este sentido.