Carla Bautista Fernández (1998). Desde bien pequeña ha tenido una gran sensibilidad, empatía y creatividad, características reconocidas y atribuidas a las personas altamente sensibles, que tienden a ver la belleza en cada una de las dimensiones de la realidad de su caminar. Siempre le ha fascinado encontrar herramientas para pasar por las palabras todas esas emociones que nacen desde dentro, desordenadas, y que todos necesitamos transmutar para desenredar y evolucionar, acogiéndolas y transformándolas en unos nuevos procesos. Ha participado y ha ganado certámenes literarios, además de haber adquirido el hábito de llevar consigo una libreta con la que ayudarse a proyectar y ordenar. Siempre le han fascinado la literatura y la poesía. Cuando leyó a Gioconda Belli empezó a reconocer la belleza y el amor que pueden transmitir la narrativa y la poesía, a través de la sutileza desarrollada para hablar de nuestro entorno. Comenzó a escribir a los 16 años, después de tres libretas rebosantes de poemas que guardaba para sí. Luchando contra el síndrome de la impostora, se decidió a compartir su obra y dio el salto al vacío, lanzando su primer poemario, en el que se comparte al desnudo, por medio de todos los frutos que vienen generando su caminar.