¡Alto, Policía!
Tenemos en las manos una colección de vivencias (que no anécdotas) a veces graciosas, a veces hilarantes, que, aunque parezcan exageradas, son totalmente reales, veraces, rigurosamente ciertas y sucedidas al autor y sus compañeros a lo largo de los casi diez años (de los cerca de cuarenta que contemplan su vida profesional) que pasó en su primer destino, Barcelona. El objetivo es que se cumplan las «tres D». D de divulgativo, o sea, que se haga llegar al gran público la filosofía, el día a día y la idiosincrasia de la Policía Nacional en aquella época; D de divertido, pues se garantiza la risa (ya lo verán) y D de didáctico, sobre todo para esa legión de jóvenes que van a entrar o ya forman parte de nuestros queridos y admirables Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.