Javier Palma ha dedicado gran parte de su vida a su gran pasión, la publicidad, primero como agente y, más adelante, ejerciendo como ejecutivo de cuentas y redactor publicitario. De formación eminentemente autodidacta, asegura que lo poco que cree saber se lo debe a los libros y a la mucha gente que ha conocido, «sin cuyas historias, reales o inventadas, mi vida sería mucho menos soportable». Una frase atribuida a Oscar Wilde («No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo») fue el detonante para que se lanzara a escribir La lágrima oscura.