De nacionalidad argentina, ha vivido en varios lugares. Durante mucho tiempo habitó junto a su marido una casa en el Delta del Paraná, sobre el río Gelves, un lugar mágico en una geografía diferente y hermosa. También vivió en Mar del Plata (provincia de Buenos Aires), una maravillosa ciudad marítima, con aroma a sal y a bosques. Sin embargo, en la actualidad reside frente al intenso mar azul de Marbella, en España.
Se tituló como maestra y posteriormente estudió Antropología. Su vida la ha dedicado a la música y a la lectura. Fue en Mar del Plata, a partir de un curso de escritura creativa en Villa Ocampo, casa de la escritora Victoria Ocampo, cuando comenzó a comprender que la escritura permite una vida sin soledad.
En aquellos escenarios se dio cuenta de que personajes, cuentos y relatos están siempre en la cabeza, conectando la mejor parte del mundo de una persona, aprendiendo a ser uno y un millón, llevando al autor a espacios de él mismo que no conocía. Además, en aquellas clases jugó a escribir a la manera de Cortázar, otras veces intentó imitar el estilo de Borges, poetizó fragmentos de la Odisea de Homero o pensó en la forma de escribir de Clarice Lispector. Así se animó a escribir su primera novela.
En cuanto a la música, llenó su vida a otro lado, con otros personajes. Es amante de la ópera y de la música sinfónica y de cámara de todos los tiempos. María Angélica piensa que si desde la niñez los maestros supiesen formar gente amante del arte, el mundo sería diferente. Ver el mundo con la sencillez y claridad de Mozart, lo sutil de Mahler, lo romántico de Rajmàninov o Chopin haría que nuestras neuronas funcionaran de otra manera. Y lo mismo sucede con la literatura: enseñar que hay otro mundo diferente al nuestro, leyendo otras vidas, sus alegrías o su dolor. Todo ello, aleja la sensación de creerse el ombligo del mundo.