El depredador afortunado. Un caso del inspector Miguel Ayala
Un gato negro abandonado deambula por las calles del barrio del Carmen de Valencia. Ha sido, entre otras cosas, familiar de brujas y conocedor de algunos famosos demonios, pero por fuera es tan solo otro felino abandonado y, además, negro. Por eso, cuando tropieza con Fortunato Mediocre, pese a detectar inmediatamente que es un imbécil irresponsable, lo apoya y hace todo lo que está a su alcance —parricidio incluido— para permitirle progresar en la vida.