María Lorenzo nació en febrero de 1969 en Torre Fundeira, un pequeño pueblo del distrito de Portalegre, en Portugal. Su madre era modista y su padre, miembro del cuerpo de la Guardia Nacional Republicana (GNR). Su infancia marcó el resto de su vida, una existencia de continua lucha. Niña maltratada y abusada por las personas que más deberían haberla amado y protegido, asegura que no le han enseñado a vivir, así que pasó sus días «intentando sobrevivir», sin percatarse de que había a su alrededor más personas que restaban que las que sumaban. Intentó reconstruir su alma más veces de las que le hubiera gustado.
A pesar de todo, cuando le tocó luchar lo hizo con todas sus fuerzas y cuando le tocó amar lo hizo con todo su ser, sin odios ni venganzas. Cada vez que se caía, se levantaba y nunca se rendía. María cree en Dios y en el respeto mutuo entre seres vivos. Le gustan el silencio, la sencillez y la naturaleza. Dentro de ella sigue viviendo esa niña indefensa buscando salidas y con demasiadas puertas sin cerrar. Escribió este libro pensando que con él podría cerrar alguna de esas puertas abiertas y quizás dar ese grito de alerta a quien corresponda. También pretende sumarse a través de esta obra a tantos niños y niñas que siguen gritando en silencio y que, a pesar de los medios de hoy en día, «todavía siguen en ese agujero oscuro, intentando salir desesperadamente».