Me recordé siendo un niño frente a un espejo. Vi esa imagen que me miraba y me sorprendí porque me remedaba. Extendí la mano y esta chocó con una extraña pared invisible que me arrebató la ilusión. Esperaba agarrar la mano de ese pequeño que estaba frente a mí. Me asomé para ver quién se escondía detrás de esa sólida barrera y no había nadie. ¿Quién se burlaba de mí?… No lo entendí. Desconcertado, repetí por tres veces y el resultado fue el mismo.
Me costó admitir que así son los espejos; proyectan imágenes y espacios emulando la realidad. El encuentro con esos tramposos objetos a veces puede resultar odioso. Quizá sea porque a uno le queda algo del niño que se resiste a los defectos del retrato. El espejo muestra nuestra apariencia externa, pero si lo escrutamos con mayor cuidado podremos descubrir pistas de quienes somos y hasta de cómo nos sentimos. Cicerón, expresó “el rostro es el espejo del alma, y los ojos, sus delatores” y se me antoja agregar que el espejo es un chismoso que certifica a esa sentencia.
El espejo, puede resultar un pésimo compañero cuando experimentamos sensaciones negativas como el dolor, la ira, la soledad o el rechazo. Esto ocurre porque el mayor aislamiento es tener miedo de estar solos y de encontrarnos con nuestro ser íntimo. Sin embargo, los solitarios tienen la oportunidad de percibir los contrastes entre la luz y la sombra; allí donde se dibujan los laberintos de la existencia. El espejo puede resultar limitado, es plano y sólo muestra los rasgos físicos externos.
Imaginemos, por un instante, que estemos zabullidos en un artefacto más complejo, envolvente y dinámico; que cubra espacio y tiempo; que refleje todas las sensaciones y pensamientos. Una especie de súper espejo que retorne luces, sonidos, temperatura, texturas, olores, sabores y otras percepciones. Concibamos a ese imaginario artefacto como nuestra atmosfera privada que nos protege de los avatares del medio, que filtra las malas vibraciones y que nos permite conectarnos con la grandeza de la creación.
Posemos ante el espejo agradecidos, sin complejos y con humildad. Procuremos tener la mente y el corazón abiertos para asegurarnos el control de la relación entre la intimidad y el entorno.
Cosme Gregorio, Rojas Díaz
@cosmerojas3
07 de julio de 2022