Ayer estuve repasando una antología de poemas de Walt Whitman, el libro publicado con el título de «Hojas de hierba». Me impresionó el candor y la profunda vitalidad del escritor norteamericano, su apasionado amor por la vida me causó envidia hasta tal punto que he decidido hacer propósito de contrición, voy a tratar de enmendar mis aversiones y mis rechazos. En lugar de temer las represalias que puedan provocar mis confrontaciones a la vida, comportarme como un amante incondicional de lo cotidiano, las cosas y el mundo. ¡Ay, las artes!, qué imprescindibles son para poder acarrear nuestras existencias sin desfallecer. Prometo que desde hoy aceptaré con un mínimo de réplicas lo que me sobrevenga en este incomprensible drama que me toca interpretar.