Hace años se hizo un experimento muy curioso, se cogían imágenes de películas de terror acompañadas de la banda sonora de dibujos animados. Por ejemplo, la famosa imagen de la ducha de Psicosis con la canción de los pitufos detrás. Los voluntarios del experimento sentían cualquier cosa menos miedo. Los electrodos que registraban cerebro y corazón recogían ondas normales en aquellos momentos en los que, si la música fuese la correcta, mostrarían alteraciones propias del miedo más intenso.
Con este experimento tan sencillo se demostró la importancia de la música sobre las imágenes y cómo, en el fondo, todos nos movemos con una banda sonora propia detrás. Y es que la música está en todas partes. Hoy en día ya tenemos registros de los sonidos del Universo y del fondo marino. Si lo pensamos bien nuestra vida lleva el arrullo tierno de mamá cuando cantaba para dormirnos, de la sonrisa del primer amor, de la explosión de alegría ante el nacimiento de un hijo, de la lluvia cayendo dentro del corazón cuando perdemos a alguien importante…
La música está en todas partes.
Incluso desde la simbología se descubrió una teoría antigua al estudiar las figuras geométricas encontradas en las primeras inscripciones en piedra. Se llegó a la conclusión de que el cuadrado era el elemento de la tierra o el triángulo era el del fuego, por decir algo. Pero la que trajo de cabeza a los estudiosos fue la espiral. La espiral podemos encontrarla en las pirámides egipcias, en los petroglifos celtas, en las pintaderas canarias o, incluso al otro lado del océano, entre la civilización azteca. La espiral refleja la creación de vida, cómo el movimiento de la energía del universo vibra dando pie a algo físico… ¿Y qué es la vibración sino música? Todo lo que conocemos está formado con la melodía de esa primera energía y sólo un auténtico músico sabe hablar tal idioma cada vez que ejecuta una composición.
La sabiduría de los músicos reside justo ahí, en que nadie como ellos conoce ese lenguaje, cuando todo era energía y vibraba creando partituras invisibles y melodías de las que nacieron las primeras estrellas.
Es un secreto eternamente guardado.
Es un secreto que nadie más conoce.
Es el secreto de las voces cantarinas en el desierto; de las mujeres yendo a cambiar fruta por pescado, descalcitas por caminos de barro; de los marineros alejados de tierra en alta mar… Es el secreto de cada quien que hace del sonido su lengua de comunicación: ellos, los músicos, conocen el idioma de la creación de vida. Por eso, el respeto y la admiración son máximos ante un músico. Gracias por hacernos partícipes de vuestra magia.