Volviendo al punto, ¿estamos autorizados
a decir mentiras? Claro que sí.
Gracias a Dios lo estamos. Como dice Bion,
la mentira requiere de un pensador.
La mentira abre un mundo, lo crea.
A. Ferro y L. Nicoli, Pensamientos de un psicoanalista irreverente. (Lima 2018)
La mentira desarrolla un papel muy importante en el psicoanálisis, es el corazón mismo del diálogo en el análisis. ¿Quién iría a ver lo que pasa por la mente del paciente o del galeno? Cada sesión de psicoanálisis da vuelta en torno a verdades y mentiras. No saben si el asunto pertenece al mundo imaginario o real nada menos que el paciente mismo o el psicoanalista, y fíjate cómo a menudo de los dos es el analista el que debe fingir más, si quiere actuar sobre la psique del paciente.
En mi novela, Un lugar en el caos, la mentira es la verdadera protagonista en el diálogo psicoanalítico que se tiene en la pareja que decidió a entrar en el juego analítico. Si ya cuando no hay relaciones privadas entre médico y paciente en las sesiones psicoanalíticas reales, las profesionales, las complicaciones emotivas a menudo estallan, ¡imagínate qué pasa cuando existen vínculos sentimentales! La mentira reina suprema.
¿Por qué mentir? Este el punto.
Ya en la vida real la mentira ocurre a menudo, por defensa, por conveniencia, por sanar relaciones formales entre las personas. Alguien dice que la mentira no es un problema solo de moralidad, de engaño, sino de hipocresía. Es hipócrita, vil, quien no dice siempre la verdad. Quien se oculta detrás de una mentira, se dice, lo hace porque no tiene el coraje de mirar a la cara la verdad, que pide compromiso y sacrificio. Sin embargo la mentira es posibilidad de escape. Es una herramienta para no encontrarse en un callejón sin salida. Por tanto se puede hablar bien o mal de la mentira en la vida de cada uno de nosotros. Hay quien la defiende y quien la condena. Se enseña a los niños a no mentir. En el colegio y en casa. Pero los adultos mienten. Es difícil en la realidad la coherencia entre el dicho y el hecho.
¿Ahora por qué la mentira está presente también en psicoanálisis, donde debería tener lugar sobre todo la verdad, considerado que el análisis ayudaría a aclarar lo que en manera caótica se aloja dentro de nosotros? Por supuesto en el recurrido psíquico la frontera entre realidad y ficción es lábil.
El matiz domina.
El íntimo es constituido de mucha ficción, pero también el externo tiene ficción. Por lo tanto no hay diferencia entre mundo exterior y mundo interior: la realidad interna es tan real como la externa. Cuando el protagonista de mi novela entra en lo más vivo del análisis de su psique bajo los estímulos de su mujer se sorprende con confusión e incertidumbre. Dice: «Pero ahora las cosas se han complicado y, no estoy exagerando, yo mismo no sé qué es verdad y qué fantasía.» (pag.50) Su mujer psicoanalista le precisa como una verdadera profesionista: «No creo que para ti sea importante esta distinción.» (pag.50)
Como en la realidad, también en el psicoanálisis la mentira desarrolla una función muy importante. La mentira en este ámbito realiza, sin embargo, una función de salvamento, que impide una inmediata interrupción del diálogo. El paciente se oculta, el conductor vaga como quiere. El psicoanálisis no es un tribunal, ninguno debe ser juzgado, estamos como en teatro, hay las máscaras, con recitación libre, sin guion. No hay ningún vínculo.
Mentira y verdad van juntas, tal vez la irrealidad parece más eficaz y la navegación por la psique procede a toda velocidad. Entonces la mentira en psicoanálisis puede ser querida intencionalmente, como puede ocurrir si el paciente tiene aún vergüenza de lo que está diciendo, o por crear un efecto de sorpresa sobre el galeno. Pero la mentira puede también ser objetiva, no querida y haciendo parte del recorrido psíquico.
Es significativo lo que dice el protagonista de la novela luego que ha entrado en el juego psicoanalítico: «Compartir con el psicoanalista lo que vive en la sombra es algo complicado, y abriga sospechas de que quizás no se han desarrollado de aquella manera los hechos relatos. Se omiten detalles que podrían dar otra significación.» (pag.32) Por tanto el psicoanálisis no es búsqueda de la verdad. Y el analista no debe sacar fuera del cuerpo del paciente las verdades objetivas. Tiene que ayudar, también en la mentira o más con la mentira al paciente por penetrar en su psique para que él mismo llegue a un alivio psíquico. Lo que es propio la finalidad de psicoanálisis hoy en día.
Gracias a la literatura he podido con mi novela tratar este argumento, y la narración ha sido un ejemplo de recorrido psíquico, aun fuera de reglas canónicas del análisis, con el que hechos biográficos y hechos de pura invención se han mezclados hasta ese punto que todo el relato se desarrolla con mentiras afectadas y mentiras objetivas. Una vez más literatura y psicoanálisis se cruzan y en este caso sobre el asunto de la mentira.