La mujer de nuestro tiempo
Mujeres de mujeres. Madres de hijas.
Novias de novios esposas, amantes
-amantísimas esposas, sencillas o arrogantes.
Esposas brillantes, encendidas o apagadas.
Horteras o elegantes, alegres o enojadas.
Esposas…, o, mujer desposada. ¡¡Mujer!!
Diste la luz al hombre para el bien del universo;
A tu pecho lo pusiste al poquito de nacer.
Tantas caricias le diste al hijo de tu querer,
que no pensaste que un día otra lo pudiera hacer.
La mujer de nuestro tiempo de inquietud está formada,
para levantar el mundo a pulso y a manos blancas,
mientras este se derrumba sin agua o a barrancadas.
En tanto la barbarie azota por la incoherencia que ataña.
Quisiera barrer el mundo. Quisiera limpiar la casa
-de los grandes poseedores, de hacendados o hacendadas.
Revolverles sus haciendas, sus libros y sus guadañas,
por si estamos confundidos y se curraron la pasta.
Lo mismito a los letrados que con lupa dibujaban
la letra tan diminuta, que ni al leer se acertaba.
¿O sería que toparon con mujeres no formadas…?
Ya que solo trabajaron desde niñas su jornadas;
-mientras crecían sus manos el trabajo desgastaba.
¡¡Con obediencia infinita de sol a sol trabajaban!!
A la mujer del trabajo, a la mujer de la casa,
a la mujer del tirano como siempre resignada.
A la madre, a la amiga.
A la que pide la calma.
A la que llora o sonríe…
La que quiere con el alma.
Hortensia Alcalá García
Cheña