Dicen que la vida consiste en alzar el vuelo y planear a cielo descubierto.
Dos tormentas, cuarenta nubes, una niebla que dificulta el horizonte,
un horizonte que trazamos en el mapa como destino imbatible
y treinta destinos que evolucionan en bifurcaciones tenebrosas e inciertas.
Dicen que la vida es un arduo viaje para que pongamos a nuestros pies
sobre aviso, de que será pedregoso el camino y que el mejor equipaje
que podemos llevar con nosotrxs, son las ganas y la valentía.
Dicen que la vida sólo tiene un asiento y que de vez en cuando,
únicamente cuando conseguimos vaciarnos del dolor, ese hueco lo pueden ocupar otrxs pasajerxs;
pero que más temprano que tarde, volverá a llenarse de otros males, de tristeza o de pena.
Será tarea del tiempo y las lágrimas, convertirlo en resiliencia.
Por eso, también aconsejan llevar infinitas dosis de paciencia y parches de bondad.
Dicen que la confianza es buen preámbulo para el avance,
pero que cuando necesitemos velocidad, es mejor depositarla primero
en el corazón propio y más tarde en el ajeno,
porque sólo de esta forma, nos aportará seguridad y aquello que tanto llaman autoestima.
Dicen demasiadas cosas de la vida, que digo yo:
¿Lo que importa no es haberla vivido, que no pese y que tengamos claro
que al final todo pasa?