Los caminos de la vida son misteriosos… Se cruzan, se acortan, se alargan, giran, van y vienen.
A veces terminan contra un gran muro y otras se ve un horizonte infinito.
A veces hay dos caminos paralelos, o dos en direcciones diversas.
Lo cierto es que siempre hay alguno y es difícil saber cuál es el correcto.
Permanecer en la zona de confort hace que sea más simple y seguro, pero a quienes nos gusta caminar la vida entendemos imposible este concepto y sabemos de antemano los riesgos que asumimos.
Si eres caminante como yo, entonces ya sabes que no siempre será fácil y no siempre el camino será simple o predecible. Pero aunque sea desconocido nosotros con coraje nos aventuramos. A veces con entusiasmo, otras con miedo o incertidumbre, otras con esperanza, otras con resignación. Como sea, ¡allí estamos! Con paso firme y una mochila de coraje que puede pesar sí, pero es necesaria y es lo primero que tenemos que cargar cuando preparamos todo para iniciar el viaje. Lo bueno es que sabemos que en cada paso hay una enseñanza, en cada esquina algo nuevo para ver y como sea, siempre vale la pena.