¡Muy pero que muy buenas!
Casi terminando esta semana, he terminado también finalmente el libro que, pese a lo cortito que estaba siendo, me ha durado varios días más de lo normal. Sumémosle al trabajo, los estudios y la necesidad a veces de desconectar… sin embargo, el libro que os enseño hoy es ideal para eso. Es un libro de desconexión, de calma, de belleza y simpleza.
Pues bien, adquirí el libro «Mis días en la librería Morisaki«, de Satoshi Yagisawa, un libro de literatura japonesa que resulta cuanto menos bello. Podría calificarlo, en pocas palabras, como un libro idóneo para literalmente pasar el rato. Quiero decir, no hablamos de una historia atrapante y que engancha a lo largo de sus 150 páginas. En cambio, tenemos una historia breve, sentimental, amena y preciosa, en la que no es el centro lo que nos cuenta Tatako, nuestra protagonista, sino las escenas y la imagen que se describe la que nos hace embelesarnos con una puesta en escena y una trama embellecedoras.
Tenemos, por tanto a Tatako, que tras un desengaño amoroso y ciertos problemas puntuales se siente un tanto perdida en el mundo. No está segura de nada, ni siquiera de conocerse a sí misma. Es por ello que accede a la oferta de su tío Satoru, de hospedarse en su librería Morisaki, una de las tantas situadas en Jimbocho, que como bien sabemos, se trata de un lugar emblemático de Japón donde las librerías de segunda mano reinan a lo largo de las calles.
La historia narra con emoción y belleza como Tatako comienza a desenvolver poco a poco su pasión por la literatura, y como la lectura comienza no solo a sanarla, sino a darse una oportunidad a ella misma. Resulta cuanto menos un punto clave en su comienzo a desenvolverse no solo socialmente, sino internamente. Sus relaciones se amplían, su amistad con su tío se consolida, y ambos viven de forma rutinaria un día a día de lo más bonito y simple en las calles de aquellas librerías.
La novela se divide en dos partes. Podríamos decir que una primera es la llegada de Tatako y la forma en la que enfrenta finalmente su difícil presente, y la segunda en la que, acompañada mayoritariamente de su tía Momoko, comienza la historia de como los prejuicios y el valor de las segundas oportunidades toma su vertiente más alta. Pese a que en un principio podamos mantenernos reacios ante la actitud de Momoko con respecto a su vuelta a las vidas de Satoru y Tatako, la realidad que esconde una persona tan emocionalmente fuerte nos ayuda a entender la adversidad de aquellas personas que parecen resultarnos tan poco accesibles, y aprender, como lo hace nuestra protagonista, que nada nunca es lo que puede parecer.
La historia me parece muy bonita, se lee rápido y es ideal para una tarde tranquila, o para salir de la intensidad provocada por un libro de lo más emocionante que suele dejar a veces cierto bloqueo lector. La siguiente parte, «Más días en la librería Morisaki» será también leída próximamente, casi seguro que una vez me sienta de nuevo incapaz de leer algo demasiado intenso.
Puntúo este libro con 3 estrellas sobre 5.