Es una figura controvertida en nuestra historia contemporánea. Su nombre saltó a la fama en el año 2024, varios años después de que se desatara la pandemia que acabó con la vida de miles de personas en todo el mundo. Van der Weyden era un respetado microbiólogo que ejercía como profesor impartiendo cursos en la prestigiosa Universidad de Strathclyde y que un día asombró a los asistentes al afirmar que el virus que paralizó el planeta durante meses había sido en realidad una gran farsa ideada por fuerzas mucho más poderosas que los propios gobiernos. Según Van der Weyden, el conocido como Covid-19 no fue propagado por ningún animal, como se dijo en un principio, pero tampoco por culpa de alguna grave negligencia en un laboratorio. En su opinión, fue un agente infeccioso creado a partir de un virus anterior, el SARS-COV-2, que tuvo un índice tanto de mortandad como de contagio mucho menor que su sucesor.
Van der Weyden defendía su sorprendente hipótesis asegurando que poseía documentos secretos que demostraban todo el proceso de manipulación y hasta el objetivo que se había perseguido al crearlo, que no era otro que el de instaurar un nuevo orden mundial sin que ningún ciudadano se opusiera a dicho cambio. «El SARS-COV-2 fue claramente manipulado por manos humanas con el fin de potenciar su peligrosidad para que resultara mucho más dañino», llegó a asegurar el científico en una entrevista. Y proseguía añadiendo: «cuando sometes a los ciudadanos mediante el uso sistemático del miedo, es decir, cuando se usa el propio miedo como sistema de gobierno, sumiendo a cada persona en la incertidumbre y la confusión provocada por algo que ni siquiera somos capaces de ver a simple vista, tienes prácticamente una libertad absoluta a la hora de implantar todo tipo de medidas restrictivas y de control; sobre todo si además acompañas dichas medidas del aislamiento de cada individuo».
Para Van der Weyden no había duda alguna de que el Covid-19 fue el arma definitiva para provocar un cambio socio-económico sin precedentes a nivel global. A partir de ese momento el científico holandés se enfrentó a la totalidad de la comunidad científica, a los que reprochó el haberse postrado al miedo general y sobre todo a los intereses empresariales. Sólo cuando fue acusado de falta de rigor y de irresponsabilidad reaccionó anunciando que haría públicos los documentos que defendían su heterodoxa teoría, aunque eso supusiera poner en serio peligro la seguridad nacional de varios países. Sin embargo, tal cosa no iba a suceder nunca, pues dos semanas antes de que fuese a presentar a los medios las pruebas de las que disponía, la noticia de que Klaüs Van der Weyden había sido encontrado muerto en su casa debido a una cardiopatía isquémica severa, supuso el final de una polémica que él mismo había creado y que desaparecería para siempre del debate público en cuestión de días.
Naturalmente hubo voces que se subieron al carro de la conspiración, pero el hecho de que los supuestos documentos secretos del microbiólogo no hubiesen aparecido por ninguna parte, hizo que las sospechas de un posible asesinato para silenciar lo que hubiese sido uno de los mayores escándalos a nivel mundial, se sumergieran en el olvido para siempre junto a todas sus declaraciones acerca de la pandemia desatada durante la década pasada. Asimismo la figura de Klaüs Van der Weyden cayó en el ostracismo y a día de hoy apenas podemos encontrar alguna reseña destacable de su etapa profesional. Y así fue cómo dejó de ser noticia el hombre que despertó la curiosidad de no pocas personas por saber si realmente había algo oscuro tras aquel virus. En una de sus últimas apariciones públicas continuó insistiendo en la horrenda manipulación a la que había sido sometida la ciudadanía mundial, realizando además duras acusaciones contra el sistema empresarial de su época.
«La vacuna para acabar con el virus ya existía desde antes de que nadie supiera nada del Covid-19.¿O es que creéis que fue casualidad el hecho de que no hubiese muerto ningún alto cargo político o empresarial? Sólo había que esperar a que la demanda se disparase para ponerla en el mercado. El negocio iba a ser redondo a costa de sacrificar miles de vidas».
Quién sabe si con su muerte no sólo se llevó las dudas más inquietantes en relación a la pandemia que surgió en China, sino también su mayor secreto. En cualquier caso, nunca lo sabremos.