Una novela de viajes no puede terminar siendo una guía turística. Sin embargo, una novela de viajes le ha de servir al lector como estímulo para viajar a los lugares que se describen en la novela y poner en contraste lo que el autor relata y lo que encuentra a su paso por donde antes transitó el novelista viajero. Así, el lector acumulará experiencias diversas y enriquecedoras, la del escritor y la suya. El recorrido sería completo si autor y lector pudiesen entablar una conversación acerca de sus vivencias en escenarios compartidos.