(Relato real)
Ojos de diamante
Diego, como cada tarde, descansa sentado sobre la pared del huerto de su propiedad, coronando el cerro de la calavera, desde el cual pierde la vista vislumbrando la belleza natural de grandes encinares, olivos, matorrales, Jaras y retamas. También plantas aromáticas, tomillo, romero, espliego y manzanilla entre muchos más. En primavera crean un precioso jardín natural de diferentes olores y colorido. Las aguas del pantano proporcionan un ambiente limpio y fresco al paisaje.
Es la última tarde de mi visita al pueblo donde nací. Situado al sur de Cáceres. Cuando dando el último paseo por las inmediaciones del pueblo, me encontré con uno los des vecinos que aún vive allí. Me llamo la atención, verle allá en lo alto extendiendo la vista hacia donde podía alcanzarle.
Hola Diego ¿Cómo te va? ¡Le pregunte! Y con voz temblorosa el me relató sus vivencias.
Diego me contó que a pesar de su edad le gusta ser útil y trabajar en el huerto. Que el mismo sembró las patatas y las cebollas. ¡Ah! Y muchas rosas y flores para su mujer, que me comenta que le gustan mucho.
¿Diego pero con tanta sequía cómo consigues recoger algo de cosecha?
El me dijo: ¡¡Ven acompáñame y te diré el secreto!! -¡Mira este “trasto” como seguramente lo ves tú! Pues se llama un generador de energía, funciona con gasoil. Lo elabore aprovechando piezas de desguace de coches y camiones viejos. Mira esto es un tubo de escape de un antiguo camión de marca Lancia-luego estas piezas son del tambor de una lavadora, las utilicé para hacer el ventilador. Esta enorme manguera lleva el agua extraída con la bomba, la cual utilizo para regar. ¡Ves en aquella arqueta recojo toda el agua para cuando la necesito!
¿Diego, y este artilugio que es?
Eso es un comprensor de aire, que funciona gracias al motor de un coche ¿tú te acuerdas del dos caballos de Citroën? pues así era el motor.
¿Qué es? ¡Pregunte! Señalando a otro artilugio como por ignorancia les llamo yo.
Eso es una rota Flex, y esto un yunque y un martillo. Esto una autógena, ¡¡dame esa barra de hierro y apártate- ves que parecen fuegos artificiales!!
Sí, que susto me has dado parece que te estás quemando.
Este remolque con techo de hojalata es donde comen y duermen los conejos: en aquella chabola entran a dormir y ponen los huevos las gallinas. También andan por ahí unos cuantos pavos, y patos.
Fotografía a las gallinas y conejos ¡Mira qué bonitos los blancos que pequeñinos!
Por la tarde mi mujer viene a recoger los huevos y algo más que necesite, para comer.
Pregunto: ¿Diego, tienes miedo a la crisis?
Tras un leve suspiro responde… ¡No!
¿Cómo se llama tu perro?
Capitán, me responde.
¿Por qué Capitán?
¡¡Por qué manda más que yo!! Contesta Diego mientras extrae un pañuelo del bolsillo del pantalón algo desgastado y roto, pero que le gusta porque es más fresco.
Mirando a la lejanía se pasa el pañuelo un par de veces por la cara y vuelve a mirarme retomando la conversación.
Diego a sus 78 años me habla de cómo fue su vida. Él querría estar aún como para trabajar, pero como me comenta repetidas veces… “Esta maldita hemiplejía “no me deja hacer nada, no tengo fuerza para arar la tierra…lo intento con esta mulilla que me preparé con piezas de tractores viejos y una vertedera, que es la que utilizo para esta labor. Pero me fallan las fuerzas, por lo cual a veces me “cabréo” y mucho, ¡¡me siento impotente!!
¿Te ayudan en estos trabajos?
Mi mujer me ayuda algunas veces, pero ella tampoco tiene fuerzas; alguna vez mi nieto pero como tiene que estudiar.
Otra vez nombraba a su mujer, que según él es lo mejor y más importante que le ha ocurrido, en la vida.
Por eso cuando me contaba algo de la juventud, la nombraba y los ojos le brillaban como diamantes… bajo sus cabellos plateados con voz temblorosa, él susurro: ¡Ella es mi vida!
Diego me miro y me preguntó que me había entrado en los ojos y que me había pasado en la voz.
Yo le conteste: “no, es que parece que está enfriando el tiempo” Mientras puse mi mano sobre la de este hombre valiente pero algo quemado con el destino en los últimos años de su vida.
Ambos callamos unos instantes…, hasta que rompí el silencio y le dije- Diego tira de tu nieto, dile que te ayude, dile que le necesitas algunos ratitos, que te ayude- dile cuanto le quieres. No le metas prisa pero recuérdale todo el rato que el vale mucho, que es un chico fuerte. Que no es un maltratado por ayudar a su abuelo y a sus padres, sino que es todo lo contrario ¡díselo Diego! Algún día te lo agradecerá. El contara a sus hijos todo lo que le enseñó su abuelo. Cuéntale que nosotros ni siquiera pudimos ir a la escuela, y no dimos pena a nadie; que lo poco que aprendimos fue acudiendo por las noches a unas clases cuando por la mañana tempranito ya teníamos que estar en el corte recogiendo algodón o aceitunas y a lavar ropa al arroyo. ¡¡Sin dar pena a nadie!! Que no podíamos dormir de cansancio, y de lo poco que comíamos. Y, no dimos pena-Diego.
Nos llegó el atardecer sentados en la pared del huerto charlando. Yo también le conté cosas… de cuando me marche del pueblo, en el año 1962 en busca de trabajo para enviar dinero a la familia, que tendrían que reunirlo para viajar ellos también al note. Le dije que yo también era una niña. Que lloraba por las noches porque estaba sola, y tenía edad de estar al cuidado de los padres y yendo a la escuela ¡¡y no fui!! Porque tenía que trabajar en la fábrica.
Diego me pregunto, si en el norte cuando me marche en busca de trabajo me trataron bien o mal. Yo le conteste…que como la única intención que llevaba era la de trabajar y ganar dinero que se necesitaba en casa, no me di cuenta de cómo me trataron. Cosa que en este momento sí puedo contestar.
Sí, me trabaron bien ¡¡que le iba a decir, – cómo no iba a ser así, si he podido aguantar toda una vida trabajando!! Cuando me he dado cuenta ya soy mayor- muy mayor. Lo mismo que me he fijado en que viví la vida algo al revés, ya que “viví para trabajar” y, creo que fue mi gran equivocación. Tendría que ser “Trabajar para vivir”- pero ya es tarde.
Creo que mi vida es diferente a la de otras personas, pues hoy en día cuando retirada del trabajo por edad, estoy aprendiendo muchas cosas que antes no pude aprender, y, estoy contenta.
-De vuelta a casa tras pasar esos días en el pueblo, me he dado cuenta verdaderamente de donde soy… una vez recorridos los más de 500 kilómetros de distancia desde el sur hasta el norte, al pasar el nuevo túnel el cual entras en Alaba y sales en Guipúzcoa. Desde la cima me pareció ver un mundo diferente. Un mundo verde, floreado lluvioso, soleado. Mi corazón latía a todo meter. Creo que ya he contestado muy bien a la pregunta de mi amigo Diego.
Ya, en casa: tras descansar un poco, me siento en mi sitio de costumbre, desde donde normalmente por internet, me comunico con familiares y amigos. Entonces quise decir a todas las familias del pueblo, que viven repartidos por todo el país y parte del extranjero. Desde mis torpes conocimientos de los medios más modernos que conocemos como es Facebook. Les dije que estuve allí… ¡¡Se lo recordé así!!
Ya he vuelto del pueblo:
Decir que todo estaba precioso, “como debe ser” también el tiempo, sol y alguna tormenta. Algunos días a primeras horas de la mañana desde el balcón de mi casa pude ver, como el pantano desapareció bajo la niebla, solo se veía la gran torre del depósito de agua.
Sucedió tras la tormenta, todo se llenó de hormigas voladoras que además de anunciar a los labradores que ya podían sembrar las cosechas para el siguiente año, esas hormigas grandes que se pisan en el suelo y crujen; al caer al agua del pantano, sirven como alimento para los patos, peces y demás especies.
Desde el puente se apreciaba como si fuesen hojas secas del otoño, creando una gran afluencia de especies, que buscan el sustento.
También les dije que al alba me despertaba para escuchas el trino de la alondra mañanera, ¡¡Pero esta se durmió… Ya no canta a la aurora!!
Que siguen las cigüeñas, la lechuza, y el mirlo, que en la noche callada vislumbran amoríos.
Que la Virgen está en el pueblo. Que se trasladó a vivir unos meses mientras le arreglan su ermita. Decir que nadie ni nada es más guapa que ella.
-Decir que yo me senté en un banco ante ella para mirarla y quedarme con su rostro en las retinas “Como si no la pudiese volver a ver”.
-Decir que le pedí algo…que sepa que no me gusta la oscuridad- le pedí como siempre le pedimos.
-Decir que como siempre que estoy allí, salí cada noche a dar el paseo por el pueblo, cuando solo encuentras en las calles un silencio roto por el murmullo de las conversaciones desde dentro de las casas, habitadas la mayoría por aquellas personas que no se marcharon, que fueron valientes y se quedaron.
Me gusto ver mientras caminaba, como las luces tímidas de las viviendas habitadas sorteaban rayitos de luz…, que me alertaban de que aún están despiertos. De que viven. De que aún están.
En el paseo vi como las cortinas metálicas se movían con el viento en la noche, como si alguien fuese a dar un paso adelante a través de ella para disponerse a salir de casa. –Sin mirar atrás, a la calle larga o la calle chica, pero la calle.
En la iglesia yo le dije a “ella” (cuida un poquito-de que no sea todo oscuro)…
Ten paciencia conmigo, que cada día te pediré otro día-el próximo te pediré otro más- así solo eso.
(Que me pesa mucho algo que no pude decir).
Que me da mucha pena cuando en las primeras noticias, matutinas escucho, nombrar a un número más… de alguna mujer, que su marido, hijo- o- antiguo compañero, en un momento de arrebato decide por su cuenta el final de la vida, de una esposa, madre, o, compañera. ¿Cómo es eso? ¡Ya no me sirves! ¡Pues…se te acabo la vida! ¿Será así?
–Que sepan que ante todo somos personas, mujeres… madres. Siempre lo más importante (Madre, y mujer…)
¡Que ya me fui por los cerros de Úbeda! Y quiero seguir con mi relato sobre las cosas de mi pueblo más de medio siglo después.
Que en medio de la plaza han colocado una gran farola, en lugar de aquella bombilla que colgada en medio de un cable, se bamboleaba con el viento a las horas del crepúsculo, cuando la gente del pueblo salía a recoger el ganado para guardarlo…!por si acaso…Yo preguntaba cuando niña ¿Qué es por si acaso? Pero no me contestaron nunca.
Decir que no me gustan los secretos,-que en las tumbas solo hay muertos.
Que las mariposas vuelan y vuelan tanto que pueden pasarse de un continente, a otro.
Que cuento cuentos e historias porque me gusta y no por que sepa hacerlo. “Disculpen, la molestia”
Que no quiero envejecer sola.
Que quiero volver a nacer.
Que los años duelen.
Que la vida es Rosa…
Que no se haga de noche siendo de día
Que me gustan los poemas de amor- (IIove you poem)
Que las bombas no estallen…,
¡¡Ho Dios!! ¿estás dormido?
Que todos vivimos bajo el mismo techo.
Que lo sepan… quienes lo tienen que saber.
Que las lágrimas no nos impidan ver las estrellas.
Que lo de la crisis, y guerras, solo sea un mal sueño,
– que se disipa al despertarse.
¡¡Que el fin me da miedo…!!
“Hasta siempre.”
Hortensia Alcalá García
Cheña