Para qué quiero las radiantes letanías
Huérfanas de las caprichosas primaveras,
Que adornan las inviolables sonrisas
Suspiradas por las cálidas miradas oscuras,
De los ojos de miel y almendra,
Por las noches pobladas de plateados arabescos,
Al cobijo de las frescas callejuelas,
Que se encandilan al son de los profundos cantes
Que profesan los encapotados caballeros,
Que rondan la judería de mi Sevilla.
Yo, que tengo el corazón recogido,
Por los roces que me susurran
Los olores, los sabores y las niñerías,
Del lugar donde he nacido, vivido y amado,
Quiero que mis días y mis noches
Dibujen libres mis inocencias y mis culpas,
Para que cuando me vaya
Queden mis versos sin congojas,
Plenos de las dulzuras vividas,
De las inquietudes musitadas sin esperas,
De la vida verdadera que me ha regalado Sevilla
De la obra, Fue en Sevilla (segunda parte)