Ella sabía que había dos formas de andar por la vida: ir de puntillas, cediendo el paso o como pidiendo permiso, o dejando su huella.
Se calzó, se levantó y pisó con todas sus fuerzas, y, aunque el miedo le susurrara al oído, empezó de nuevo.
Alguna vez, por confianza, se ha caído de alguna parra, pero no te equivoques, porque nunca le ha gustado irse por las ramas.
Partes del pasado pertenecen ya a un carrete velado. En el presente sigue en lucha, y el futuro ya se pinta de amarillo, color de luz y energía, color del sol y de estrellas; color de personas bonitas. Como dice Albert Espinosa: «Los Amarillos son las personas que dan sentido a nuestra vida que se sitúan entre el amor y la amistad».
Ella cree en las palabras bien colocadas, sabiamente escogidas, y en su poder de transformar mentes, ideas y guiones de vida. Aprendió que el día que plantas la semilla no es en el que puedes comer el fruto. El truco está en el cuidado y el tiempo que te tomas en regarlas; lo que no mimas ya sabes que muere. Ha conocido, por fin, la templanza y ha sabido hacerla mantra.
Ha reconocido que no se puede ir por la vida con la prisa a cuestas ni apagando fuegos 24/7; se puede con todo, pero no con todo a la vez, o, a veces, hay cosas con las que no se puede y, no pasa nada, eso está bien.
Cree en el dar sin esperar nada a cambio y lo practica, pero ha aprendido a no escuchar a quien reclama de todo pero nada da.
Lorca diría: «Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas».
Ella te quiere, vida, te quiere verde esperanza. Te quiere rojo pasión, blanco alma pura, naranja entusiasta, malva sororidad y negro misterio. Te quiere marrón tierra fértil, azul mar y celeste cielo.
Te quiere gris para aprender a salir de los absolutos, del todo o nada, reconocer que no está mal que haya matices y, de vez en cuando, poderte ver de color de rosa. ¡Claro que sí!
Y ahí está ahora, pintando de blanco las paredes, abriendo ventanas, aireando pensamientos, comenzando a canturrear un poco, bailando todo lo que puede, y botella de vino en noches de viernes mientras escribe notas, pensamientos y secretos.
Lo que no cuenta, lo escribe; lo que piensa, lo sueña; lo que quiere… Bueno, eso ya es un secreto.