Hoy vuelvo a este espacio que amablemente me brinda ExLibric para contaros el no parar de los últimos meses. Había dejado mi relato de esta temporada en la Feria del Libro de Jaén y cómo me sentí como si ya fuera un autor relevante. En realidad, como digo siempre, soy alguien pero el mundo aún no lo sabe. Vamos, que sigo siendo un autor novel al que no conocen ni en su casa (siendo preocupante porque, además, vivo solo). Bromas aparte, lo cierto es que es muy grato vivir cuanto estoy viviendo desde que empezó esta aventura de publicar libros y sólo me arrepiento de no haber empezado antes.
Llegó junio y una conversación de Facebook me trajo una satisfacción inesperada. De un día para otro, sin casi tiempo de anunciarlo, me vi en el cartel de la Feria del Libro de Prado del Rey (Cádiz), invitado por el Ateneo Cultural Almajar mediante la persona de Miguel Ángel Rincón Peña (Raigambre, El Caso Passion, La vida en el pueblo). La verdad es que, por la amenaza de suspensión por mal tiempo, llegué algo tarde y apenas dio tiempo para colocarme en el stand e irme a comer. La tarde sería el momento de encontrarme con el público pradense. Este evento fue todo un descubrimiento por el hambre de letras de cuantas personas se acercaron a la Plaza de la Constitución, además de compartir espacio con el espectáculo de fin de curso de una escuela de circo local. La apuesta cultural de Prado del Rey a través de su Ateneo me parece, simplemente, espectacular.
Quedaban en el horizonte la Feria del Libro de San Fernando y la de Cádiz. En un primer momento, estaba moviendo Roma con Santiago para estar en ambas, teniendo que frenar en seco: un cambio inesperado en mi ámbito laboral me llevaba a mudarme a Galicia, a mi casa en Neda. Sin embargo, cuando aún me lamía las heridas de la ausencia en la Feria del Libro de mi ciudad natal, llegó la sorpresa. Una llamada de Raquel, la agente literaria de ExLibric, me hizo recobrar el aliento y hacer una locura: viajar 2160 kilómetros entre ida y vuelta para plantarme en Cádiz, firmar ejemplares un sábado por la tarde y volver el domingo a tiempo para descansar unas horas e incorporarme al trabajo. Una locura que mereció la pena: la Feria del Libro de Cádiz, en un marco como el Baluarte de la Candelaria, con la compañía inmejorable de Ana, de la Asociación de Editores de Andalucía y un público que nunca defrauda. Nombres de Mujer y El Faro de Estela han vuelto a plantar bandera en un nuevo lugar y Cádiz me hizo sentir como en casa: a fin de cuentas, la Bahía gaditana no deja de ser mi cuna.
Por lo demás, mis próximos proyectos van tomando forma. Decimatio va casi por la mitad y Con los ojos vendados está en fase embrionaria, desarrollando poco a poco a sus personajes y a punto de hacer transcurrir su historia. Pero el público ha hecho su magia y, por petición de varios lectores, he empezado a escribir mi primer spin off: Lola, después del faro, donde la secundaria estelar de El Faro de Estela vivirá su propia historia. Y así me despido por esta ocasión, deseando tener pronto nuevas noticias que compartir contigo. Que Venus y Eros te acompañen.