¡Hola hola! En una de las secciones que me gustaría contar con este blog (aparte de las ya ideadas) es la sección reseñas. En este año tan literariamente intenso, pese a la falta de tiempo no he querido dejar de lado mis deseos lectores y como una débil ante las influencias de mayor tendencia, caí en esta novela.
Tan poca vida nos cuenta historia de 5 amigos, Willem, Jude, JB y Malcolm, desde su plena juventud hasta sus últimos años de vida. La familiaridad con la que se narra te hace introducirte de lleno en el complejo grupo, cada uno siendo especial y a su manera, les conoces no solo como personajes, sino sus inquietudes, deseos, ambiciones, pasados y problemas. Pese a esto, la historia se va a centrar considerablemente en Jude y esto fue lo que más me hizo pensar.
Jude es este amigo que siempre está, ¿sabéis a lo que me refiero? El amigo del grupo que pese a las condiciones, situaciones y momentos, está. Jude está para todo el mundo, pero él no quiere que nadie esté por él. Y se lo terriblemente mal que esto suena, pero es así. Jude no quiere ayuda, Jude solo quiere replegarse sobre sí mismo, quiere una vida sencilla, quiere seguir rodeándose de sus amigos y nueva familia, pero no sabe quien es, no sabe qué será de él porque sus deseos se ven apagados ante la inminente y segura idea de que no va a durar muchos años vivos, no solo por su difícil condición física, sino por su salud mental. Jude sabe que morirá y sabe que él mismo hará que ocurra. Jude sabe mantener sus secretos consigo mismo y esta dualidad de ser una persona rodeado de gente que le quiere y el dolor que tan solo lo lleva al peor de sus maltratos solo complica sus relaciones en todos los sentidos: no habla de sí mismo, no quiere que sepan de donde viene, ni siquiera Willem, su más preciado y querido compañero.
Con el paso de las páginas, el grupo crece, emprende su camino; en cierta forma se separa y también se une cuando sea necesario. El dolor que acompaña a Jude es inminente, pero sin duda no lo llegas a entender del todo hasta que no llegas a la parte 4, El axioma de la igualdad, donde no solo conoces en detalle los momentos más horrorosos y atroces de la vida de Jude, sino que además entrarás en su más sentido dolor, comprenderás como una persona que solo ha vivido ciertas cosas en su vida normaliza la peor de las condiciones, tratos y vejaciones. El Axioma de la igualdad es un constante: ¿Cómo puede alguien sufrir tanto?, ¿Cómo puedes pasar por tantos momentos horrorosos sin que mueras por el camino? Y sin duda, Jude fuera de sobrevivir con fuerza, solo atiende al curso de la vida hasta que logre ponerle fin a ella, porque su dolor y conciencia pesan lo suficiente como para no solo intentar sanar su propio dolor de forma física, y mientras se pierde en un rumbo en el que no hay forma de ir marcha atrás, sabes cuál será su final. Lo sabes desde el momento en que lo intenta varias veces.
Este libro, como muchas personas comentan, podría haberse contado en menos palabras. En cierta parte, estoy de acuerdo, y en otra estoy segura de que las emociones en algunos momentos no habrían sido iguales de saber tantas cosas. Este libro tiene una función principal: quiere que les conozcas, quiere que te sientas parte de la historia, quiere que conozcas a Jude, tu amigo, aquel chico tímido reservado, abogado, que cocina postres, que siempre lleva mangas largas y su introversión te hace querer saber más de la persona. Jude es ese amigo que te hace cuestionarte si hiciste algo mal. ¿Hubiese sido posible que las cosas cambiaran si me hubiese comportado diferente con él? Tal vez. Jude Saint Francis es ese amigo que todos podríamos perder (o hemos perdido).
La diversa línea de tiempo es clara, los personajes son tan especiales que te hace quererlos, tanto Harold como Julia son maravillosos, y pese a que el libro puede llegar a desarmarte y no sé con certeza si volvería a leerlo, lo recomiendo enormemente. Los temas a tratar, tanto realistas como difíciles, cambian tu perspectiva enormemente; el dolor que ocasionan ciertas partes es irremediable, pero la vida no sería la misma si no eres capaz de ver que hay tan poca de ella y que se esfuma, es efímera, para unos incluso llega a ser el tormento más largo, y para otros se termina demasiado pronto para ser justo
«No hay cura para el dolor, solo formas de sobrellevarlo»
Hanya Yanagihara, Tan poca vida
Valoraría esta obra con 4 estrellas de 5. Y animo al público a leerla con calma, con delicadeza, como si fueran las memorias de aquel amigo que perdiste, o como si fuera esa forma de compasión y comprensión si alguna vez pasaste por algo parecido.