Empieza el ritual de todos los años, cuando la tarde ya languidece y empieza a hacer frío. Vierto el café negro en la taza, humeante asciende y me empaña las gafas. Rechazo los terrones de azúcar para endulzarlo. Hoy no son necesarios.
Me arrimo…con sigilo y delicadeza te desvisto. La miel de tu piel impregna mis dedos. Un fulgor anaranjado se muestra ante mis ojos.
Mi boca ansiosa ya destila saliva. Tu perfume me enloquece.
Ávido me lanzo sobre ti, incapaz ya de controlarme…qué delicia saborear el otoño en tus jugosas carnes.
Consumido el acto solo me queda saborear el momento con un trago de café amargo. Lentamente se funde todo.
Cierro mis ojos y paladeo el momento, paladeo el momento, paladeo el momento. De nuevo vuelvo a ser un niño.
Tarde de otoño, tardes de otoño con boniatos y café amargo. Receta de mi abuela.