«Que las musas me pillen trabajando», decía Picasso. No es la primera vez que aludo a esta frase aunque quizá, en esta historia que quiero compartir contigo que me lees, haya cobrado más sentido que nunca. Aunque esta frase del malagueño universal la menciono en mi defensa habitual de escribir por rutina, en este caso representa todo lo contrario. Sin embargo, las musas me cogieron escribiendo cuando sucedió lo que os quiero contar.
Tu Punto Hot es un sex shop ubicado en Jerez de la Frontera. Cuando anuncié la presentación de Nombres de mujer en el pub liberal Eva y Adán, se sus dueños pusieron en contacto conmigo. Por un lado, estaban interesados en vender mi libro en su tienda (es la primera vez que veo un sex shop que vende libros aparte de los artículos habituales) y, por otro, se ofrecieron a colaborar conmigo en la presentación. La primera presentación presencial de mi obra transcurrió fluida y cómoda. Sin duda, espero contar con ellos para otros eventos en el futuro. ¿Por qué te cuento esto? Pues porque Tu Punto Hot convocó el certamen de poesía erótica Un Cupido Hot, mi primer reto con el erotismo en verso (si conoces mi trayectoria sabrás que escribo relatos en prosa normalmente). Este certamen es el punto de partida de esta historia que os cuento.
El caso es que, cuando se anunció el certamen, tenía dos semanas para escribir el poema. Las bases, muy sencillas: no más de 60 versos, temática erótica libre, una fecha para anunciar el poema ganador y decisión inapelable del jurado. Fácil, sencillo y para toda la familia, que diría Kristian Pielhoff en Bricomanía. Ahí estaba yo, sin saber sobre qué escribir y pensando sobre qué versaría (nunca mejor dicho) mi poema. No obstante, dos semanas dan para mucho. No me preocupé en exceso, mientras buscaba una temática que fuera atractiva y sobre la que hacer bailar las palabras.
Hay circunstancias personales y profesionales que no suelo compartir, al fin y al cabo quiero ser conocido por mi obra y no por nada más. No obstante, a ti que me estás leyendo, te contaré que fueron dos semanas demasiado intensas y sin tiempo para concentrarme demasiado. No llegué ni a encender el ordenador. Y ahí estaba yo, en la víspera del último día de plazo, a las ocho de la tarde y sin nada escrito ni una idea clara. Encendí el ordenador, más ansioso por afrontar el reto de escribir erotismo en verso que otra cosa. Abrí el procesador de texto (vamos, el Word) y ahí estaba lo más temido para cualquier escritor, que a su vez es el hermoso reto que se encuentra cuando se aborda un nuevo proyecto: la página en blanco.
Suelo escribir décimas cuando escribo en verso. Nunca había escrito erotismo en verso, pero sí uso esta bella estrofa cuando escribo sobre otras cosas. Si has visitado mi perfil de Instagram (@johnsullivan_oficial), habrás visto que acostumbro a publicar décimas relativas a fotos que me mandan los lectores y seguidores. Décimas repentistas, que vienen siendo. Así que, lejos de los sonetos que había pensado para salir del todo de mi zona de confort, volví a recurrir a mi vieja amiga lírica para afrontar mi nuevo reto erótico. Escribí un verso tímido, como si tecleara sólo por escribir algo. Escribí un segundo verso dando al primero continuidad… y las musas llegaron. Había empezado a escribir, entre pitos y flautas, a las ocho y diez. A las nueve menos veinte lo estaba revisando y, cinco minutos más tarde, estaba mandando el PDF con el poema a la dirección de correo facilitada por la organización. Dejé de parecerme al conejo blanco de Alicia, había llegado a tiempo. Y lo mejor llegó una semana más tarde, el 14 de febrero, cuando se anunció el ganador: había quedado segundo, a un punto del poema premiado. Un poema escrito en media hora me brindaba un nuevo éxito.
En conclusión, aunque no seguí la rutina habitual y por la que apuesto en cada proyecto literario, las musas volvieron a cogerme trabajando. Y, aunque esta vez no pueda hablar de trabajo duro, sí puedo decir que el trabajo tiene premio. Así que despido este post con el poema en cuestión.
Décimas de un encuentro (John Sullivan)
Se estremecen aún mis piernas,
se ha nublado mi mirada,
es salvaje tu mamada
y tus caricias son tiernas;
tus fantasías eternas
sobre mí se han proyectado,
en tu boca he eyaculado,
sigue tu provocación
no habrán nunca parangón
las delicias que he probado.
Cabalgabas mi cintura
y tu cuerpo me abrasaba,
los gemidos se escapaban
hasta el cielo con premura.
Eres fuego, pasión pura,
la lujuria y el deseo,
eres rezo del ateo
y milagro cotidiano:
eres diosa en lo mundano,
eres diosa en la que creo.
Sedujiste mis sentidos
con tu charla y una copa,
no tardó en volar la ropa,
nuestros cuerpos van perdidos
en pecados cometidos,
soy esclavo sin cadena,
oigo cantos de sirena
cuando gimes y jadeo:
me conquistas, te deseo,
hoy tus jugos son mi cena.
Huele a humo de tabaco,
un pitillo has encendido
tras haberme concedido
los deseos más opacos.
Mas al poco rato ataco
cuanto en ti mi boca halla,
no te opones, tu voz calla
y es que en ti vuelo tan alto…
Tú me pides otro asalto,
yo, volver a la batalla.