A veces, las situaciones cambian de dirección y se encaminan a facilitarlo todo. Otras veces, toman el rumbo contrario. Como dirían los militares en ciertos ejercicios, «es una prueba de determinación».
Dicen que la vida da muchas vueltas. También creo que, en ocasiones, toma líneas rectas, curvas hacia fuera de su ciclo habitual… en definitiva, que siempre tiene preparado algún cambio para romper la monotonía, obligarnos a salir de la zona de confort o ponernos a prueba en cuanto a la voluntad de lograr ciertos objetivos. Este año ha sido el primero en que sacaba libro y tocaba llevarla «por aquestos andurriales» desde que cambié de domicilio y de puesto de trabajo. Y, como podéis imaginar, con cambios de mil kilómetros por medio, la agenda tiende a cambiar también.
Desde que volví a Galicia, dejando atrás mi San Fernando natal, ha habido muchas variaciones en mi vida. Unas, a nivel personal, que no vienen al caso. Otras, a nivel profesional y cotidiano, que afectan directamente a mi aventura literaria. En este caso, quiero hablaros de los eventos promocionales. Ha cambiado todo tanto que me he sentido un poco perdido, a pesar de haber podido acudir a dos Ferias del Libro que me han dejado un grato sabor de boca. Siendo las únicas a las que he podido asistir en lo que va de año, al menos he podido saborearlas y seguir aprendiendo aspectos meta-literarios que no tienen que ver con escribir, pero sí con dar a conocer y dar salida literaria a cada obra.
En Los Barrios (Cádiz), a mediados de abril, tuve la ocasión de conocer a un público diferente en un pueblo donde nunca había estado en calidad de autor defendiendo y promocionando sus libros. Un público diverso, con ganas de conocer cosas nuevas, que se para a preguntar sin prisas. Me recordó mucho al año pasado en Prado del Rey, en la serranía gaditana. Tres semanas después, estuve en la Feria del Libro de Málaga, que nunca defrauda en cuanto a ambiente, curiosidad y pasión por la literatura. En la parte en que esto se relaciona con esos cambios de los que os hablaba, cada evento ha tenido su particular trasfondo, su making off o, como suelo llamarlo, sus curiosidades desde la trastienda.
Cuando tu trabajo, por sus particularidades, dificulta hasta hacer peligrar tu asistencia a un evento, puedes hacer dos cosas: dejarlo correr y disculparte con la organización o tirar de ingenio y esfuerzo. Otras veces, cuando sabes de antemano que no puede ser, directamente avisas de que este año no puede ser. Tal me ocurrió con una de mis Ferias del Libro preferidas, la de Granada. Fue la primera, la que siempre ha abierto fuego cada temporada y la que me ha dejado una huella imborrable. Sin embargo, este año fue imposible acudir por motivos profesionales, de hecho me encontraba en algún lugar de las Islas Azores. En Los Barrios, mi presencia se vio amenazada por problemas personales. La voluntad de mis compañeros y una carambola de circunstancias permitieron ese fin de semana mágico en la localidad gaditana. Para Málaga fue algo más loco todavía. Un problema en el pago por internet de los billetes de avión me llevó a conducir algo más de dos mil kilómetros en un fin de semana para desplazarme desde Ferrol a Málaga (y vuelta) para compartir un par de horas con el público boquerón.
En resumen, como decía al principio, la vida parece estar haciéndome una «prueba de determinación». Nombres de Mujer, El Faro de Estela y, mi más reciente lanzamiento, Lola después del Faro, merecen llegar a vosotros buscando que le deis esa oportunidad de seduciros, emocionaros o haceros pensar. Por el camino, también participo en el desafío Relato 48 con un relato que me ha hecho sentir orgulloso independientemente del resultado que conoceremos el próximo 24 de mayo. Como veis, la vida a veces pone piedras en el camino; pero estoy dispuesto a saltarlas y continuar. Que nada nos pare.
Un comentario
Sigue así , me gusta tú trabajo y te mereces lo mejor