Exigimos la mejor calidad en un restaurante, en el supermercado, incluso en el transporte. Aunque optemos por servicios o productos distintos a los prémium, queremos que todo aquello por lo que pagamos, cumpla con nuestras expectativas de consumo. ¿Por qué no hacerlo con los libros? El S.XXI ha supuesto la expansión de la autoedición gracias a la aparición de plataformas que permiten que todo aquel con un proyecto literario, cumpla su sueño.
De hecho, la autoedición en España está aumentando su presencia en el parqué literario. Los últimos datos ofrecidos por el Observatorio del libro indican que la cuota de mercado de esa modalidad editorial en España es del 7,9% (aproximadamente, un 15% si se tiene en cuenta la autoedición invisible, es decir, aquellas obras autopublicadas que no pasan por el registro del ISBN).
Son precisamente estas las que pueden terminar por romper las expectativas del lector. No porque sus páginas contengan una mala literatura o porque su autor tenga una mala ortografía, sino porque llegan al mercado sin un mínimo control de calidad. Una revisión de la que suele encargarse el corrector de textos, figura profesional que cada 27 de octubre celebra su propio día internacional.
¿Qué se celebra el Día 27 de octubre?
La fecha no es fruto del azar. El 27 de octubre se designa en el calendario como el Día Internacional del Corrector de textos como forma de honrar a Erasmo de Rotterdam, filósofo que ejerció durante bastante tiempo esta función dentro de su entorno. De hecho, el humanista formó parte de la que por entonces se consideraba la editorial más importancia de Venecia.
Una época en la que el trabajo de corrector de textos era de vital importancia. De este profesional dependía que las costosas planchas de imprenta que se creaban para realizar copias de un libro, no incluyesen erratas. Hay que tener en cuenta que los costes de reproducción en aquella época eran altísimos y un editor debía realizar una gran inversión para poder empezar a trabajar en la impresión de una obra.
Sin embargo, si bien hoy los costes de reproducción han bajado, la importancia de la figura del corrector de textos sigue siendo igual de importante. Como ya hemos dicho, la autoedición se ha configurado como una de las salidas de muchos escritores independientes. Son varias las plataformas que permiten la publicación y distribución de sus obras (en especial, en formato digital).
Pero, como también hemos dicho, no todas estas plataformas están realizando los controles de calidad que hacen que esta obra llegue en las condiciones óptimas.
Autoedición en la actualidad
La autoedición se está quitando los lastres que ha soportado a lo largo de los años: obras de mala calidad y que carecen de target. Nada más lejos de la realidad, según los datos del informe The Business of Books 2019 este tipo de libros tienen ya su nicho. Esto sí, este público accede a comprar dichos títulos bajo ciertas circunstancias. Poco a poco, el número de personas que dedican sus lecturas a esta categoría crece.
Y no hay mejor método de fidelizar lectores que brindarles un producto de calidad. La pregunta es, ¿los autores están ofreciéndolo? Según datos de la encuesta de escritores elaborada por ExLibric los escritores son conscientes de que el libro que publican tiene que tener una serie de requisitos, por ello de las 5.452 personas que participaron en este estudio, el 62,6% afirman dedicar tiempo a la documentación de su obra.
¿Y qué hay de la corrección? También consideran un punto importante en tanto que el 51,3% revisa continuamente lo que escribe, el 38,9% cuando termina un capítulo, el 8,5% cuando termina la obra. Por otro lado, el 51,3% siempre reescribe cuando revisa, el 42,8% solo a veces. El 86,4% reposa la obra antes de hacerla pública.
¿Recurren a los servicios profesionales de corrección? La respuesta es no, un 78,2% afirma que no los tiene en cuenta a la hora de escribir un libro. El 10,5% sólo usa los servicios de corrección ortográfica, el 8,6% servicios de corrección ortotipográfica y de estilo, y el 2,7% solo de estilo.
Autores autoeditados y corrección
Como ya se ha dicho, los escritores son conscientes de que deben cuidar la calidad de sus obras. Sin embargo, los servicios de corrección no son de los más utilizados, pero aquellos que sí los emplean tienen una buena opinión de los mismos. Por ejemplo, Elena Ibáñez, autora de las obras El demonio y las estrellas y de Guerrero mestizo (editorial ExLibric), señala que tras ver el resultado de estos servicios su visión de los mismos ha cambiado.
“Antes de recurrir a ellos mi entendimiento de los mismos se limitaba a la correcta expresión de las palabras y la colocación de signos de puntuación y ortografía que al autor se le hubieran pasado por alto. Pero una vez visto el resultado he comprendido que se trata de algo más que eso, también cuidan la forma de escribir las frases, haciendo que tengan mejor estructura para una mayor comprensión de lo que se está leyendo”, explica Ibáñez.
Al mismo tiempo, Ibáñez desmiente el mito que relaciona servicios de corrección con una mala capacidad de redacción por parte del autor: “una cosa es saber expresar las ideas en papel, saber lo que se quiere decir, y otra muy distinta poder estructurarlas correctamente para una lectura más cómoda de las mismas, aludiendo a errores de gramática o la propia ortografía. A todos se nos puede escapar una tilde tonta de vez en cuando, pero sabemos lo que queremos expresar aún sin esa tilde.”
En conclusión, la autora señala que la corrección editorial le ha aportado una mayor seguridad a la hora de publicar su obra, ya que gracias a estos servicios puede confiar en que el libro que llegue al lector final lo hará en condiciones óptimas. “No pasarán por alto errores que haya cometido a la hora de escribir mi obra; cuando la envío para que la revisen sé que los resultados serán satisfactorios no solo para mí, sino para mis lectores.”
También hay autores que desde un primer momento tienen muy claro que estos servicios son imprescindibles a la hora de publicar un libro. Es el caso de F. Javier Cárdenas, autor del poemario Jardines del ánima (editorial ExLibric) que afirma que antes de publicar su obra sabía que a través de los servicios de corrección editorial se salvaguarda el estilo, asegurando una buena calidad en el libro que llega al lector.
A la hora de valorar su experiencia con los servicios de corrección editorial, Cárdenas explica que estos han supuesto “una pieza indispensable de en el puzle” que “ayudó a corregir algunos aspectos”. Al igual que Ibáñez, el autor niega que revisar una obra para corregir errores signifique una pobre capacidad de redacción. “Bajo mi personal punto de vista, considero completamente necesaria la labor correctiva de terceros o profesionales en la expresión escrita para poder mejorar y enriquecer la obra de uno, siempre que exista una fluida y adecuada comunicación con el autor para no alterar pasajes o expresiones que considere imprescindibles.
¿Cuál es el trabajo de un corrector editorial?
Llevamos hablando varios párrafos de la figura del corrector editorial, pero, ¿cuál es su función? ¿Cómo es su día a día? Los profesionales que prestan estos servicios dentro de la editorial ExLibric aportan su propio punta de vista, con motivo de este 27 de octubre:
Adela Gómez Franco
1. ¿Cuál es su formación?
Estudié Filología Hispánica porque quería trabajar entre libros y aprender sobre ellos, pero con el paso de los cursos me di cuenta de que, aunque mi grado era útil para adentrarse en cuestiones de lengua y literatura, no daba a conocer sobre la labor editorial y sus distintas partes. Así, intenté especializarme con prácticas y algún máster, como el de Escritura Creativa, que pudiese aportarme conocimientos. Todavía tengo pendiente apuntarme a algún curso específico de corrección ortotipográfica y de estilo.
2. ¿Cómo definiría la labor de un corrector de textos?
Minuciosa, dedicada y muy satisfactoria; me encanta terminar correcciones y saber que he participado en una fase de producción de un libro, que he contribuido a que una nueva creación, que tiene historia, pueda ver la luz.
3. ¿Cuántas obras ha podido corregir hasta la fecha?
Todavía llevo poco tiempo, sobre todo trabajando con editoriales: en torno a una treintena de obras. Han sido de género variado, aunque hay algunos en los que aún no he trabajado como el teatro.
4. ¿Recuerda alguna con especial cariño?
De hecho, fue la primera: una novela un poco extensa y que necesitaba bastante limpieza. Como la corregí durante mi periodo de prácticas, el editor me encargó también la comunicación con el autor, así que también tuve que discutir las correcciones. Fue una experiencia muy amena, en especial gracias a que el escritor nunca ponía problemas, y emotiva, ya que me sentí, al final del proceso, muy implicada.
5. ¿Es cierta la afirmación de que recurrir a un corrector es sinónimo de una mala ortografía o escasos conocimientos de redacción? ¿Por qué?
No, para nada: hasta los mejores siempre pueden tener despistes mientras escriben e incluso es más complicado detectarlos desde la óptica de aquel que lo ha redactado. Es por esto que se hace imprescindible una segunda mirada ajena a la concepción del texto, y es preferible, si cabe, que esta conozca sobre estilo y ortografía para pulirlo y que así alcance su mejor forma posible.
Antonio Ortega Hidalgo
1. ¿Cuál es su formación?
Licenciado en Periodismo.
2. ¿Cómo definiría la labor de un corrector de textos?
Pues sería algo así como terminar de sacar brillo a una obra literaria. Se trata de que la obra vea la luz lo más limpia posible, para lo cual hay que pulir al máximo todos sus detalles, desde la ortografía y la sintaxis (aspectos imprescindibles) hasta la riqueza léxica y la “belleza” literaria de la obra. Por supuesto, siempre respetando el texto original y su esencia.
3. ¿Cuántas obras ha podido corregir hasta la fecha?
Obras literarias calculo que una treintena hasta el momento, aunque también he corregido cientos de páginas de publicaciones periódicas en mi época como trabajador en la prensa escrita.
4. ¿Recuerda alguna con especial cariño?
Evidentemente, unas obras te llegan más que otras por su temática, por su contenido o porque te tocan la fibra en algún aspecto. Por respeto a las demás no diré nombres, pero sí que hay dos o tres libros que me ha agradado mucho corregir (de hecho, me gustaría retomarlos con tranquilidad y disfrutar de ellos como simple lector).
5. ¿Es cierta la afirmación de que recurrir a un corrector es sinónimo de una mala ortografía o escasos conocimientos de redacción? ¿Por qué?
Discrepo totalmente de esa afirmación. Puede ser que sea cierta en algún caso, pero yo parto de la base de que quien se atreve a publicar una obra escrita domina el uso de la ortografía y la redacción. A mi juicio, el corrector no está para suplir las posibles carencias de un autor ni para reescribirle su obra, sino para detectar y eliminar aquellos pequeños errores que siempre pueden colarse en un texto (nadie es perfecto y la errata aparece en cualquier instante). Como dije anteriormente, nuestra labor es más la de sacar todo el brillo posible a algo que ya de por sí es (o debe ser) brillante. Es algo así como ponerle la guinda al pastel.
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3 comentarios
Muy interesante y muy cierto. Un libro que quiera llamarse profesional, necesita de un corrector antes de ser publicado.
Hola muy buenas.
Me pongo en contacto con vosotros, porque me gustaría publicar mi libro y me gustaría más información.
Espero vuestra respuesta.
Buenas tardes, escríbanos a exlibric@exlibric.com para hablarnos de su proyecto.
¡Saludos!