Una obra de misterio que sorprende y entretiene. Tras la muerte de su padre, Anabel regresa a la antigua casa familiar. En aquel caserío andaluz comienza a ver cosas que los demás no ven. La protagonista sentirá presencias que podrían tener alguna relación con ella.
Paralelamente a los enigmas que suceden en torno a su vida, Anabel conoce que jóvenes que se parecen a ella están desapareciendo por todo el país ¿Será obra de un asesino en serie? ¿Podría ser ella su próxima víctima? Cualquier detalle puede ser decisivo para desvelar un misterio cuyo culpable puede ser la persona más inesperada.
Margarita Hans ha escrito un libro que sorprende progresivamente, un viaje a ritmo intenso que tiene un único destino: las estatuas de sal.
3 comentarios
Una novela de misterio que recuerda (con agrado) a obras clásicas de la literatura y el cine. Sobre el telón de fondo de una gran casa familiar y sus originales moradores se despliega una trama compleja de recuerdos infantiles, relaciones poliédricas, crímenes seriales y desenlace inesperado. Una novela muy recomendable.
Una novela mágica en todos los sentidos, con referencias al mundo de las leyendas, del cine, de la literatura. De lectura amena y que engancha. Muy recomendable para cualquiera a quien le guste el misterio, las leyendas, lo sobrenatural, y el thriller.
Tal vez pueda relatar los valores literarios de esta obra o tal vez los humanos… pero no sería justo para quienes lean estas líneas… mi propio trabajo me conduce día a día a vivir historias como las descrita por Margarita… pero el punto de inflexión existió tras leer «Estatuas de sal», ahora todas esas casas, esos palacios y esos espacios olvidados, ya no los puedo ver con los mismos ojos, mi mente se escapa y mi alma se queda sola. Ahora sí he descrito «Estatuas de sal»… una obra literaria con mayúsculas que no te dejará indiferente. Margarita, ahora estoy en el Palacio de A., no te puedes imaginar lo que me cuesta pasar junto a la habitación que nosotros como técnicos numeramos con el número 20… curioso descubrir su pozo, el que no aparecía en ningún plano y su contenido. Pero todo por una obra que sí ha conseguido hablarle a mi subsconciente sin hacerlo conmigo.