J. P. J. (Scotta) nació en Campillos (Málaga), concretamente en la calle de El Carmen, muy cerca de la Cruz Blanca, que será su centro de juego y el lugar donde más tarde aborde la juventud como una ola que quisiera quedarse a vivir en la arena. Langenberg y sus bosques acuden a su nacimiento como poeta. Entre erizos y acebos, entre ardillas y hayas, entre mirlos y robles, la poesía le nace viva y le florece salvaje.
La Habana… La Habana es la que le levanta la cabeza y le enseña que la verdad anda por el mundo cubriendo su desnudo con los atuendos de la mentira. Allí, donde el desnudo es arte y deslumbra, igual que Federico, descubre Andalucía. Marbella le borda unas alas y las unge de una pátina social y espiritual definitiva, y por ahí es por donde regresa.
Ha publicado Diario de un mes de enero, ¡Agua!, El día que amanezca (Aben Humeya), De las sombras a la violencia (Corona del Sur), La rebelión de los niños muertos (Corona del Sur), Los cuernos del diablo (Corona del Sur), El taller de las campanas (Corona del Sur), Yo, Rimbaud (Corona del Sur), El taller de las campanas II y Brecha colorá (Atrapasueños), Atado y bien atado (Corona del Sur), Dolor (ExLibric) y Sólo de fango (Punto Rojo) en verso y tres relatos («Saeta», «La hojarasca» y «El estado de las cosas») bajo el título Tripón, pon, pon. También es autor de muchas canciones grabadas por grupos y solistas. Cuenta con varios premios literarios y múltiples participaciones en libros conjuntos.
Y Campillos, que lo sembró, lo arranca, lo expulsa, lo devuelve y lo acoge como semilla, como mala hierba, como desobediente, como hijo pródigo, como incorregible, como irreverente. Es un activista en diferentes colectivos de lucha social y muy activo en redes sociales. En Scotta2020 desgrana su día a día poético y afila su bayoneta intelectual.