Como consecuencia de los vaivenes económicos y políticos, después de más de trece años sin concluir el tercer y último tramo ferroviario entre Sarobe y Bizurza, por fin en 1953 se retoma el proyecto, reiniciándose la obra entre estos dos pueblos imaginarios del litoral vasco.
La incomprensión de las autoridades franquistas con los propietarios afectados por la expropiación de sus terrenos y la mano dura y represiva ante estos aldeanos, cuyo único delito era haber nacido siendo vascos y pertenecer al bando de los perdedores, les obligan a sufrir el zarpazo de la dictadura y de sus peones. Todo ello, mezclado con envidias, rencores, abusos, celos e infidelidades, conforma un entramado duro y violento, difícil de asimilar. Los últimos cuatro kilómetros del nuevo tramo ferroviario nunca podrán justificar el coste humano, pagado con la muerte de ocho personas, ni el sufrimiento y las calamidades padecidas por los protagonistas de esta narración.
Los raíles de la ira no es sólo una historia de supervivencia y tradición, sino un homenaje a aquellos que sufrieron situaciones similares y a la conexión inquebrantable entre la tierra y quienes la cultivan. Una lectura que captura el espíritu de una época y promete no solo entretener, sino también transportar a los lectores a un tiempo de simplicidad, autenticidad y valores familiares.