Al tener un comienzo comprometedor a temprana edad, luché por sobrevivir y libré una batalla constante con mis demonios internos. La razón prevaleció en momentos en que quise matar a mi hermana de cuatro o cinco años. La razón también prevaleció en los momentos en que podía caer presa de tentaciones criminales que seguramente me habrían enviado tras las rejas.
Apostaría mi vida si comenzaba una «carrera» criminal, aspiré a gran escala, pero elegí integrarme y fue bastante fácil para mí. Triunfaron la razón y la voluntad, y así gané la batalla a los demonios que invadieron mi psique desde el inicio de mi vida y que siguen presentes en mis pensamientos. Está en mi personalidad iniciar proyectos que abandono al cabo de un tiempo. Nunca los termino. Así lo han determinado los especialistas. Es lo que me caracteriza. Pero ahora quiero llegar hasta el final, pase lo que pase. Porque todo en la vida sucede por una razón. Y estoy ardiendo de impaciencia por descubrirlo.