María José Casanueva nació un 11 de septiembre de 1956 en Salamanca, ciudad que marcó su vida y a la que, aunque sea con la mente, siempre regresa. Nostalgia de los recuerdos, de su juventud, de su época universitaria, de los rincones de su ciudad, de sus piedras doradas zurcidas en infinitas formas; nostalgia del camino andado hasta llegar al destino en el que hoy se encuentra. «Como decíamos ayer…», frase que revolotea en el recuerdo. Allí pasó su infancia, su adolescencia y gran parte de su juventud, y fue en su universidad donde comprendió cuán grande era su ignorancia e inició la aventura del conocimiento en dos vertientes muy dispares: los estudios de enfermería y, llevada por el amor a las palabras, a otro país y a la belleza de su lengua, la licenciatura en filología francesa. Ambas la llevaron a otras tierras. Primero a Santa Cruz de Tenerife, donde trabajó en diferentes clínicas y en el servicio de urgencias, y años más tarde a Málaga, donde se dedicó a la docencia. Desde su adolescencia, el corazón ansioso por expresarse inició su pasión por la poesía, una puerta para expresar sus vivencias y liberar emociones, canciones de primavera que nunca se atrevió a enseñar. Tras su paso por la Escuela Metáfora, volvió la necesidad de salir nuevamente a su encuentro. Redescubrió la poesía como un mágico cauce de expresión que expande las fronteras del lenguaje, otra manera de expresar y habitar el mundo, un instrumento admirable que logra transmitir lo que se siente a través de textos y dar valor de eternidad y belleza a un simple instante. Abandonó así su silencio y se decidió a dar un paso más y compartir con el mundo sus poemas. Una nueva aventura que inicia con este libro del que espera que cada experiencia de lectura resulte única.
Un comentario
Viajera de un Titanic en busca del Vellocino de oro.
Recuerdos de una vida, que sobrevuela los caminos de Cupido, con alas de plata.
Reflejo del Ello en el espejo del Yo.
Amor danzando a fuego lento.
Vivencias buscando un lugar en el espacio de las emociones.