Con los haikus que componen este poemario se pretende transmitir los olores, los sonidos, imágenes y sabores propios de la naturaleza y la vida cotidiana (un soplo de aire / sonido de los pájaros / rayando el día). Ya en el título se busca adelantar el contenido de las distintas partes del libro en las que surgen el sonido del agua, el canto de los pájaros, la luz de los atardeceres… durante las estaciones del año, mostrando tranquilidad y sosiego, armonía, y en definitiva admiración por la belleza de lo que a diario nos puede ofrecer la vida. También el paso del tiempo, lento y tranquilo aparece reflejado en muchos de estos haikus.
Ya en la última parte, de la rosa y la luna, se recogen versos dedicados a estas dos figuras literarias, y también al agua, presente a lo largo de toda la obra. El libro se completa con una serie de ilustraciones fruto de la mirada de la artista Marijose Muñoz que ha reflejado cada estación del año con un ojo distinto, adecuando el color y el mensaje a cada una de ellas.