Los hijos los traes al mundo; sin embargo, los nietos te los traen a casa. No es algo que hayas pedido, pero es algo que no puedes rechazar. Me encontraba en los últimos años de mi vida laboral en una vorágine de teletrabajo cuando me trajeron a mi nieta Julia de diez meses, para que la cuidase durante el día. A lo largo de varios meses convivimos solos, hasta doce horas al día, esa niña, de ojos serios y penetrantes y sonrisa pronta, y yo.
Este libro cuenta un viaje desde un vivir inmerso en un sentimiento de agobio, de prisa y de final inminente, a una vida nueva de retorno a los orígenes, a los juegos y al descubrimiento del mundo con ojos limpios. Amanecer otra vez en el noviembre de la vida.