¡Cuántos temas hay sobre los que escribir! Muchas son las realidades en las que un autor puede adentrarse y diversos los géneros para darle forma. Hoy vamos a adentrarnos en las aventuras, en esas trepidantes historias en donde nos convertimos en compañeros inseparables de los protagonistas en su conquista por una meta final.
Como todo género literario, el de aventuras tiene unas características propias que todo autor que quiera adentrarse en él debe tener en cuenta. Si bien, como decimos siempre, el escritor debe dar rienda suelta a su propio estilo, no hay que olvidarse de las bases. Tenerlas claras y adaptarlas a su visión del mundo literario abrirá el camino al éxito.
¿Estás pensando en escribir un libro de aventuras? ¿Quieres que tus lectores disfruten de la lectura de esta apasionante aventura? ¡Atiende a los consejos que te brindaremos a continuación!
Construye el mundo alrededor de la historia
De nada sirve una buena historia si el lector no es capaz de sumergirse en ella. Para conseguirlo, una de las claves, es que el público sea capaz de recrear en su mente cómo es el mundo donde los protagonistas viven dicha aventura. ¿Cómo conseguirlo? ¡Nada mejor que las descripciones de los espacios! Aquí has de tener muy claro si vas a recurrir a un lugar real o a imaginario.
En el primer caso te recomendamos que te empapes bien, que busques información sobre las ciudades, pueblos o parajes en donde transcurrirá la historia. De esta forma evitarás errores como asegurar la presencia de monumentos inexistentes, fallos en el callejero o inventarte costumbres al estilo de Misión Imposible 2. Prevenir estas meteduras de pata es tan sencillo como consultar mapas del ligar y leer un poco sobre las tradiciones de las que quieres hablar.
También puede ocurrir que decidas optar por un lugar conocido en una época pasada. Además de leer sobre cómo eran estos entornos en otros años, te invitamos a consultar a historiadores que te ayuden a viajar en el tiempo y hacerte una idea sobre estos ambientes para que puedas transmitirle la misma a tus lectores.
Si optas por un entorno nacido en tu imaginación te toca dar vida al mismo. De ti dependerá crear una cultura que haga creíble a este mundo y no dar la impresión de ser un lugar gris sin muchas distinciones entre sus ciudadanos. Las costumbres, el idioma, cómo son sus casas, si nos encontramos en un ambiente futurista o con tintes del pasado, etc. Todo eso va a depender de ti.
Pero, ¡cuidado! Un exceso de descripciones puede entorpecer la lectura y hacer que el lector se evada de esta historia que, en teoría, debe contar con un ritmo marcado para dar la sensación de estar en una aventura real. Lo cual nos lleva a nuestro siguiente consejo.
Cuida el ritmo de la historia
Aventura no es igual acción, pero sí que cuenta con rasgos similares. Las páginas de tu libro deben contar con un ritmo que no llegue a agobiar al lector ni que lo aburra. Como dijimos antes, las largas descripciones pueden ser las culpables de que un libro con una historia apasionante termine cogiendo polvo en una mesita de noche porque se ha pasado ofreciendo detalles del entorno en el que transcurre.
Para empezar no está de más recordar la estructura básica de toda historia y los ritmos a seguir en cada una de sus partes:
- Presentación. Conocemos a los personajes, es aquí en donde quizás se permita una mayor amplitud de detalles para informarnos bien de dónde estamos y de quiénes van a acompañarnos en nuestra lectura. Pero recuerda, no es el punto más importante del libro.
- Nudo. Llegamos al meollo, a lo que importa. Los personajes antes descritos se encuentran ante un problema que deben resolver y que marcará el transcurso de la historia. Aquí hay que saber jugar con los tiempos, no alcanzar el final antes de tiempo ni alargar sin motivo. Puedes conjugar varias herramientas para no caer en el tedio ni abrumar al lector con mucha velocidad, como por ejemplo los giros de guion o la aparición de tramas secundarias (que no te recomendamos extender más de lo necesario).
- Desenlace. Y llegamos al final del libro. Es difícil apretar el freno después de tantas páginas apasionantes, pero toca hacerlo y de manera suave, sin que nos quedemos quietos de forma brusca dando una sensación de confusión al lector ni alargarnos demasiado. Muchas historias se han venido abajo por no ofrecer un buen cierre.
Lee libros de este género
Un consejo de Perogrullo, ¿verdad? Pero nunca está de más recordar que otros autores del género pueden enseñarnos con tan solo leer sus obras. A través de estas páginas veremos los puntos más importantes en estas historias y ciertos patrones que se repiten en los grandes éxitos de esta temática. Anótalos bien y piensa cómo conseguir el mismo resultado.
Además, echar un ojo a las tendencias siempre viene bien para recapacitar sobre nuestra obra. ¿Está saturada la temática sobre la que queremos escribir? ¿Hay algún libro que sea demasiado parecido a nuestro proyecto? ¿Cómo podemos romper con las tendencias y dar muestras de originalidad?
Cuida a los protagonistas
La trama debe girar en torno a unos personajes. Por muy buena que sea la idea, el desarrollo caerá sobre los hombros de estos protagonistas. Ya hablamos sobre ellos en su momento en un artículo que trata sobre crear personajes y que te invitamos a consultar. Pero, a modo de resumen en tu historia deben estar presentes los siguientes:
- Protagonista. La estrella de la historia, no debe tiene por qué ser el héroe que resuelva el problema. Pero él debe ser quien tenga una meta que debe intentar conquistar y frente él tendrá su contrapunto en forma de antagonista.
- Antagonista. Como hemos dicho, debe ser el personaje que se opone a la visión del protagonista. Puede incluso convertirse en el héroe y salvar el mundo si su rival tiene en mente la aniquilación del mundo.
- Secundarios. Tienen su papel en la historia, y en ocasiones incluso se convierten en los protagonistas de la misma. Pero, en un principio, son los acompañantes del protagonista y del antagonista. Un ejemplo muy claro de esta categoría son los secuaces del villano.
Haz pequeños test
Un escritor puede estar tan viciado con su obra que no es capaz de detectar fallos como los que antes dijimos (una trama aburrida, exceso de detalles, falta de profundidad en los personajes). Exponer la obra a personas que no conozcan nada de ella puede ayudarnos en este sentido.
Invita a tus amigos una tarde a tomar café y ofréceles algunos fragmentos largos de tu obra, pídeles tu opinión y acepta las críticas una vez que estas aparezcan. Nada es perfecto, pero si encontramos los fallos podremos acercarnos.